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DURIGUTTI WINEMAKERS: LA BODEGA DE LOS ENÓLOGOS

Durigutti Winemakers: la bodega de los enólogos
Tiempo de lectura:
4 minutos

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13/10/2011
Estoy en Mendoza. Vine unos días antes de la InterContinental Wine Expo (13 y 14 de octubre), básicamente para visitar bodegas. Y entre las casas que quería conocer Durigutti era una de las que más me convocaban. Los vinos me los sé de memoria, pero no había pisado nunca la bodega.

Héctor Durigutti resume el camino del enólogo laburante que se convierte en bodeguero a fuerza de talento y buenos vinos. Desde su trabajo en Altos Las Hormigas en la década de 1990, luego como asesor en Matura -la empresa de asesorías del crack Alberto Antonini- pasando por casas como Melipal y Renacer, Durigutti acumuló experiencia y viajes por el mundo que le dieron proyección. Tambén, algún capital. Y en 2008 compró, asociado con el empresario Guillermo García Lamadrid, una bodega de 1950 que acondicionaron para producir sus vinos.

Con los años se especializó en la elaboración de tintos, principalmente Malbec y Bonarda. Dos varietales en los que hizo escuela en Argentina.

Al proyecto se sumó Pablo Durigutti, que según el propio Héctor resulta mejor enólogo incluso que él. Entre los tres, terminaron de pulir un negocio que hoy rondea el millón y medio de botellas.

La marca Durigutti comienza a ganar espacios en la gastronomía y cada año suma algún puntito de share en el mercado doméstico. La ecuación es simple: vinos de un estilo internacional, que se definen por llevar la fruta a su máxima expresión, con bocas blandas de rica y bien jugosa acidez.

Probamos con Héctor todos sus vinos. Y si tuviera que ponerlos en orden de preferencia, diría que:

Durigutti Reserva Malbec 2008 ($98) es uno de esos tintos que deslumbran: rico en expresión y volumen, tiene una acidez elegante que arranca -al menos en mi caso- con un crescendo jugoso desde la quijada y envuelve el paladar en una frescura cordial. El tipo de vino que te tomarías con un amigo el día que querés tener una charla profunda.

Durigutti Bonarda 2009 ($45), resulta un tinto jovial, con una aromática frutal y atractiva, que despacha luego una boca rica y refrescante que lo pone como una fija para comer: además de tener un sabor intenso, quita la sed, con excelente relación calidad precio.

Durigutti Cabernet Sauvignon 2009 ($68). No es el típico Cabernet que huele a pimiento, pero ostenta un lindo combo frutal y herbal que lo distingue. Lo mejor, sin dudas, son sus taninos firmes pero elegantes. Perfecto para comer un asadito. En breve saldrá a la venta un Resreva, que no probé esta vez.

Durigutti Malbec 2009 ($55). Un perfecto ejemplar, con todo lo que hace falta: fruta roja fresca, sumado a una diáfana nota floral, que anteceden el paso carnoso y típico de la variedad. Se bebe a gusto, aunque es menos sorprendente que el resto, un poco porque Malbecs buenos en el mercado hay muchos, y otro poco porque este estilo ha sido copiado hasta el hartazgo.

Familia Durigutti Reserva 2007 ($250). Es un tinto que sintentiza, y condensa, todos los anteriores. Un Malbec que combina Cabernet Franc (3%), Cabernet Sauvignon (3%), Syrah (5%) y Bonarda (4%). A mi gusto, hoy está crudo aún. Pero dicen los que han probado los 2002 o 2004 recientemente que con 10 años de guarda el vino gana un universo nuevo. Cuando lo pruebe, prometo contarlo.

La novedad en todo caso es la siguiente: por primera vez llega al merdaco un blanco de la casa, un corte de Chardonnay y Semillón que sale a la venta en la línea Aguijón de Abeja con la cosecha 2011 ($40). Es fragante, y tiene una buena boca amplia de acidez tirante y bien ensamblada. Lo imagino perfecto con con un risotto de hongos.


Fuente: Joaquín Hidalgo - Bien Jugoso Blog.


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