Calidad constante, objetivos claros e inversión permanente, son algunas de las premisas que Luigi Bosca ha implementado en sus 110 años de vida. Así se ha posicionado como una de las grandes bodegas de Argentina.

La empresa, fundada en 1901 por Leoncio Arizu y que ya transita la cuarta generación en manos de su familia, celebró en Mendoza, Argentina, sus 110 años de vida.

La semana pasada, en un almuerzo en el que participaron amigos, invitados y periodistas de Argentina, la familia Arizu celebró sus 110 años con grandes líneas: Bohéme, Finca Los Nobles y Luigi Bosca.

Su expansión a nivel internacional consolida su prestigio centenario basado en la experiencia, la constante y homogénea calidad de sus vinos y una búsqueda permanente de excelencia mediante la innovación y la tecnología de avanzada.

Cada etiqueta representa la máxima expresión del vino argentino, cuyas botellas atesoran años de experiencia, horas en los viñedos, el trabajo de cientos de personas que recolectan las uvas y deciden la mejor combinación de elementos.

Cómo durar 110 años

En diálogo con Día a Día del Vino, Alberto Arizu, explicó que "el secreto más importante es que el fundador de la bodega, Leoncio Arizu, mi padre, tuvo muy claro el objetivo y el camino: hacer vinos de calidad. Con esta meta y un esfuerzo adicional se pueden hacer grandes cosas. Estas premisas han sido las más importante y se han transmitido de generación en generación".

Muchas bodegas familiares fueron desapareciendo con el tiempo. Sin embargo, Luigi Bosca a pesar de pasar de generación en generación, continúa creciendo y posicionándose en el mercado interno y externo. "La clave está en la calidad, la honestidad en el trabajo, en lo que se hace, se vende, se propone y se dice, sin contradecirse en lo absoluto", remarcó Alberto Arizu.

Los grandes cambios

Durante todos estos años, la empresa, al igual que la industria argentina, enfrentó varios cambios. En este sentido, Arizu mencionó que "uno de los momentos más importantes fue la estabilidad que se logró en la vitivinicultura en los años 90 - 91. A partir de ahí, salimos al mercado externo posicionándonos paso a paso entre los grandes compradores de vino. También nos ayudaron mucho las inversiones internas y externas. Salimos a demostrar que éramos capaces de hacer buenos vinos y que conocíamos el terruño".

Continuó diciendo que "una de las formas de continuar en los mercados y mejorar permanentemente la calidad es renovándonos con los elementos tecnológicos. Durante los años de estabilidad, agregamos tecnología en la fabricación de tanques, equipos de molienda más sofisticados, equipos de filtrado, bombeo para hacer los remontajes. Hubo ciertos avances que conocíamos pero no podíamos incorporar debido a que estábamos en una época de hiperinflación. Sin embargo, gracias a las inversiones extranjeras, pudimos continuar creciendo".

Arizu, destacó que otro punto de inflexión fue perder 100 mil hectáreas entre 1965 y 1980. "Fue un proceso muy doloroso para los viticultores, pero logró estabilizar la vitivinicultura. Si hoy tuviéramos esos cultivos, no sé si estaríamos tan equilibrados", agregó.

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Fuente: Laura Saieg - Area del Vino.