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MIL VINOS ARGENTINOS Y SIETE TENDENCIAS GUSTATIVAS

Mil vinos argentinos y siete tendencias gustativas
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4 minutos

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27/07/2012
¿A qué sabe el Malbec? ¿Cómo evoluciona el gusto a madera? ¿Cuál es la tipicidad de los blancos?

Después de catar un millar de vinos en los últimos dos meses, pasamos revista a las principales tendencias gustativas del vino argentino.

Cada año, un grupo de catadores profesionales prueba al grueso de la producción nacional de vinos, a fin de puntuarlos y catalogarlos en una guía que en estos días prepara su novena edición: "Vinos de Argentina, la guía Austral Spectator". Como coautor desde el año pasado, quien escribe esta columna cada domingo en este diario adelanta algunas de sus conclusiones personales al cabo de probar mil vinos en los últimos dos meses.

Cuerpo medio: bebedores con memoria recordarán que hace cinco años un tinto que se preciara debía ser oscuro como la noche, denso como el petróleo y pregnante al paladar como el buen barniz. Pero entre la cosecha 2009 y 2011 algo pasó y el estilo exagerado cedió lugar a tintos de cuerpo medio, joviales y sin abuso de concentraciones exageradas. Una de las palabras que más usamos para describir vinos este año fue "cuerpo medio", que a nuestro parecer es una muy buena noticia.

Malbec errático: un poco porque es la variedad más plantada -31 mil hectáreas- y otro poco porque está sobreexplotada comercialmente, bajo el rótulo de Malbec en el mercado hoy entra un espectro muy amplio de vinos tintos. Desde los que respetan el manual de ciruela madura y taninos carnosos, a otros que ofrecen aromas balsámicos y vegetales, con bocas castradas de taninos o francamente duras, de acidez alta o baja. Pareciera que cuanto más grande se vuelve el grupo de Malbec menos contiene el varietal a sus productos, y menos previsible se vuelve la elección a la hora de la compra. ¿Habrá llegado el momento de empezar a catalogar estilos y orígenes para el Malbec?

Cabernet con perfil típico: a la inversa del Malbec, en Cabernet hay dos perfiles bien diferenciados. Los que son frutados y ligeros y los que son vegetales y de taninos algo rústicos. Cualquiera sea el caso, son fácilmente distinguibles en la marea de tintos por su carácter austero y rico final de boca. Y así, comprar un Cabernet desconocido ofrece una inversión más segura respecto al vino que se va a obtener al destapar la botella. Esto corre para todos los precios y orígenes.

Syrah para entusiasmarse: el amante del vino tinto encontrará en los Syrah las mejores opciones para renovar su paladar. Camaleónico, este tinto ofrece desde productos aromáticos y de paladar sobrio, a bombas frutales y carnosas, con la sorpresa de aromas exóticos como constante. En cada estilo, sin embargo, los mejores ejemplares están en las cosechas 2010 y 2011 (algo que no se verifica para añadas anteriores), que al decir de los enólogos fueron excepcionales para este varietal. Y eso, en todo los rangos de precios.

Menos madera: la madera fue perdiendo protagonismo en los vinos argentinos en los últimos años, un poco porque el roble se fue por las nubes y otro poco porque apareció una corriente de críticos y consumidores que la castigaron. Del millar de vinos catados, son pocos los que ofrecen aromas evidentes de carpintería, mientras que la mayoría de los tintos de crianza están construidos con una ecuación sofisticada, en la que no abusan de la encina para darse carácter o ínfulas. El paladar está holgadamente agradecido.

Chardonnay frescos y aromáticos: es interesante observar un fenómeno de frescura en los Chard de cosechas 2010 y 2011, que ganaron acidez sin perder elegancia. Y eso se logra con una ecuación más refinada de empleo de crianza -el 30% del vino, por ejemplo- con menos abuso de fermentación maloláctica, que los hace untuosos y les resta nervio. ¿El resultado? Vinos gastronómicos, francos para la buena mesa y a precios lógicos.

Los Sauvignon blanc: más ricos no se producen en Argentina, hay que admitirlo. Pero eso no significa que no existan Sauvignon accesibles que, como blancos del año -y nos referimos aquí a 2011 y 2012-, resulten perfectos para la mesa local. Ofrecen buena aromática frutal y vegetal, con bocas austeras y lineales, que le dan relieve a los platos. El dato a recordar: caro no significa mejor en este varietal.


Fuente: Joaquín Hidalgo - La Mañana de Neuquén.


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