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QUÉ DIFÍCIL ES ELEGIR UN VINO BUENO EN MENDOZA

Qué difícil es elegir un vino bueno en Mendoza
Tiempo de lectura:
10 minutos

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04/03/2013
Cuáles son las etiquetas que están marcando el rumbo de la industria vitivinícola. Prestá atención y tomá nota.

Foto: Vista del Parque de Finca La Anita desde donde degustábamos

El problema

Como podrá ver a continuación, estuve probando bastantes vinos en Mendoza. Al comentar esta sufrida actividad, la pregunta viene de cajón: "¿cuál te gustó más?" Y la respuesta, en mi opinión al menos, también es de cajón: todos, unos más, otros menos, pero me gustaron todos.

Porque la realidad es que en Mendoza hoy se producen vinos excelentes en una cantidad y variedad llamativa. Con una tendencia a ir privilegiando los terruños, olvidándose de la estandarización que impuso el amigo Robert Parker durante años, revalorizando los cortes y desconcentrándose de los varietales.

Recordemos, para los que no están en la cosa, que Parker inventó la escala de 100 puntos para calificar los vinos, que estableció que de 90 puntos inclusive a 100 se estaba en el cielo, y de allí para abajo se pasaba del limbo al infierno sin solución de continuidad. Y al decir de los expertos, los vinos de 90 para arriba no bastaba que fueran perfectos, impecables y todo lo demás, don Robert premiaba y premia a los que le gustan a él. Conclusión, terminamos por tener vinos con características parecidas ya fueran producidos en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Argentina.

Lo concreto es que hoy, en nuestro país, y en Mendoza en especial, es dificilísimo poder establecer que vino a uno le gusta más. Todos están tan bien hechos, con la actuación de enólogos de varias generaciones que ponen la impronta personal en el producto que elaboran, con conocimiento y audacia al mismo tiempo. Arriesgan a innovar, pero con solvencia, teniendo en claro por qué hacen lo que hacen. Y me encantó todo: los productos resultantes y la actitud. Sobre todo, que los jóvenes hacen la suya sin ocurrírseles criticar a sus mayores. Sobre todo, porque los mayores, en general, también se están permitiendo innovar, sin aferrarse al "siempre lo hice así, ¿por qué debería cambiar?". Cambian, y a veces con más audacia que los jóvenes.

Vamos viendo la secuencia como se fue dando cronológicamente.

Foto: Soledad Vargas y Manuel Mas

Finca La Anita

Allí tuve como anfitriona a Soledad Vargas (a) La Sole. Ingeniera agrónoma y enóloga, lleva 3 años trabajando en la bodega. Su objetivo profesional es la diferenciación. Cuenta con el asesoramiento de excelentes profesionales, pero ella, mostrando las uñas dice: "a mí me proponen y yo tomo la decisión final sobre qué rumbo tomar". Así comenzamos por un Chardonnay 2011, un vino que se presenta suave al paladar, hasta diría mantecoso. Un Malbec 2011 que todavía está en barricas, porque han pasado de tenerlo 15 meses a 18. Realmente una promesa que vale la pena esperar. El Syrah 2011 muestra a quien sepa apreciarlo lo que se obtiene de un espaldar de 50 años de antigüedad. A veces hay que probar con el paladar experto y atreverse a vinos que les falta un tiempo en botella. Fue lo que me pasó con el Cabernet Sauvignon 2012, un vino muy vegetal que es toda una promesa.

De pronto, la Sole se mira con Manuel Mas y el salón se sume en un aire misterioso. Nervioso miro para afuera a ver si pasaba algo, y en realidad se trataba de una botella que estaba como al costado en un estante y la trajeron a la mesa de cata. Era el Corte G 2011, hecho para la cadena inglesa de restaurantes conocida como el Gaucho Grill. Este vino, en un descuido fue puesto a consideración de Neil Martin, el puntuador de Parker inglés, y como quien no quiere la cosa, se alzó con 94 puntos. El corte fue hecho antes de que tocara la madera con 50% Malbec+30% Cabernet Sauvignon+15% Syrah y 5% de Petit Verdot. Hecho el assemblage, ahí sí, pusieron todo junto en barrica. Si viviera el Padre Oreglia. ¡se hubiera muerto nuevamente!

Seguimos con los fuori serie y apareció el Corte Aniversario 20 años 2011. Con 60% Syrah+40% Petit Verdot. El criterio, imaginado por Manuel, fue usar cepas del primer y último viñedo. Como tantos hallazgos casi casuales, resultó un éxito.

Manuel es un florentino total. Luce manso como paloma, pero es cauto como serpiente, como dijera San Ignacio de Loyola. Así que sacó un vino Finca a secas, para recordarle al mercado que fue el primero en usar esta palabra en una etiqueta. Para éste armó un corte de Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon. Se vinificaron separados y luego embotellados sin filtrar. Me pareció interesantísimo.

Foto: Gustavo Bertagna y Luis Pirillo junto a Alejandro Maglione

Dominio del Plata

Ir a esta bodega y no ver a la patrona, Susana Balbo, es una rareza. Porque por momentos uno tiene la sensación de que Susana tiene el don de ubicuidad. Pero esta vez estaba su hija de 26 años, Ana Lovaglio Balbo, y su enólogo, el también joven Gustavo Bertagna. El hermano de Ana, José (a) Jota, se cruzó rápidamente sin tiempo ni para un saludo. Se sabe que los comerciales si no huelen una venta, disparan. La bodega está por ahí, en el barrio de Agrelo, donde anduve parando, sobre la calle Colombres. Su crecimiento ha sido impresionante y el lugar es realmente impactante.

Los "chicos" iniciaron la degustación con un Críos Torrontés 2012, que aúna los terruños de Cafayate con los de Altamira en Mendoza. Bien en la nueva línea no agresiva del torrontés y muy agradable en boca. Seguimos con el Críos Malbec Rosado, otra propuesta fresca, muy a tono con la demanda del mercado por este tipo de vinos y pensados para ser consumidos por un público joven. El Susana Balbo Signature es un vino homenaje al enólogo. Un corte de Cabernet Sauvignon y Franc, se presenta especiado en boca y con las necesarias notas de madera, sin exagerar. Siguiendo con los vinos tocayos de la patrona, probamos el Susana Balbo Brioso 2007 ("como mamá", acota Ana), un vino old fashion, de estilo bordelés, con una gran presencia de fruta madura y el paso evidente por barrica francesa de primer uso. La estrella es el Nosotros 2008, el ícono y que expresa todas sus virtudes de los que trabajan en la bodega.

Al final, Ana tenía una sorpresa preparada: me mostró casi en exclusiva el salón donde días después comenzaría funcionar el restaurante de la bodega y que se llama Odisea. Está puesto con todo. El lugar tiene una vista espectacular. El chef elegido es José Cacciavillani. Sin duda, un buen complemento para la bodega. No vi el menú, pero es de esperar que no sea demasiado autorreferencial.porque el asunto ya empalaga un poco.Lo que promete, al parecer, es una fuerte impronta de productos locales.

Foto: Eduardo Cassone, Alejandro y Federico Cassone

Familia Cassone

Para hacer honor al nombre de la bodega, me recibieron Eduardo padre, Eduardito para Manolo Mas; Florencia, la mamá historiadora; Federico -el hacedor de los vinos, con la asistencia de Mauricio Lorca y a partir de ahora de Estela Peleritti-, Martín, comercializador pero a la vez gran abogado, y la otra Florencia, la nuera, casada con Martín que también comercializa. ¿Vio cuando uno desde que se baja del automóvil siente que está en su casa? Es lo que logra la familia Cassone. Eduardito, a su vez, es uno de los mejores, si no el mejor, cirujano de Mendoza y del país. Federico y Martín dirigieron la cata, mientras Florencia, mamá, no paraba de acumular cosas para comer en la mesa. ¡Esas son catas! Comenzamos con un Obra Prima 2012, un rosado de Cabernet Sauvignon muy a la moda. Luego, probamos el Finca La Florencia, un Sauvignon Blanc del Valle de Uco que mostraba que se había aplicado la técnica de la cosecha muy temprana. El Obra Prima Malbec 2009 muestra el esplendor que agrega un viñedo de 103 años. Me pareció extraordinario el Obra Prima Gran Reserva 2008, un corte de Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon. El orgullo de Federico es el Obra Prima Maximus 2008, que resultó de usar cepas de Cabernet Franc, Syrah y Malbec venidas de Luján de Cuyo.

Realmente, Eduardito (ojo, no confundir con el Eduardito verdadero, que es el otro hijo, cirujano él, que no estuvo en esta movida) tuvo una gran idea cuando en 1998 resolvió llevar adelante la bodega con sus hijos, terminando con la tradición trasladista que habían tenido durante casi 50 años. Hoy, una producción de 700 mil botellas, de las que se exportan más del 80%, hablan de una sabia decisión.

Finale

Una vez más tengo que decir que continuaré. Es que no quiero dejar de contarle todo o casi todo a los lectores. Ese "sacrificio" de probar un promedio de 30/40 vinos por día, merece ser compartido. Lo que quiero es mostrarle ejemplos claros del acierto de Cicerón cuando dijo: Ut sementem fecer, ita metes, esto es, como hagas la siembra, así recogerás. Mendoza está sembrando bien, por lo que su cosecha es muy buena.


Miscelánea enológica. Los muchachos de Terrazas de los Andes andan como perros con dos colas. En el último AWA 2013 que acaba de concluir en Mendoza, se alzaron con tres trophies para sus vinos. Dos correspondieron a sus Single Vineyards Malbec y Cabernet Sauvignon. El tercero fue para un reserva Cabernet Sauvignon. Ramiro Otaño se restriega las manos pensando en lo que va a vender. Lo que queda claro es que Terrazas comienza a cosechar los resultados de haberle dado un nuevo impulso a la marca y el mercado, como los expertos, se lo reconocen.

Miscelánea restauranteur. Francamente no sé cuando tienen tiempo Pablo Buzzo y Federico Fernández para seguir proponiendo nuevos menúes en Experiencia del Fin del Mundo. Todos los días se los ve ampliando sus campos de acción, mirando hacia los restaurantes del aeropuerto de Ezeiza, o hacia La Dolfina en Palermo. Pero no descuidan la nave insignia que tienen a cargo, y el nuevo menú mantiene la impronta de sencillez y ausencia de rebuscamiento, buenos productos y una cuidada elaboración en la cocina. Se le suman buenos precios y estacionamiento a metros del lugar. No le puedo recomendar platos ¡porque me gustan todos! Mejor elija usted cuando vaya.

Miscelánea sidrera. María Inés y Ernesto Barrera, con sus hijos, han resuelto saldar esta deuda que tiene la sidra nacional para los que nos encanta consumirla: producirla con gran calidad y precio razonable, lo que no quiere decir regalarla. Así nació Pulku, la sidra venida de Villa Regina de la finca de los Barrera. La hacen de manzanas y también otra de peras. Sobre todo con frutas de primera calidad, no con los descartes como acostumbra un sector mediocre de la industria, creyendo que el consumidor es tonto y que no comprende que el precio demasiado bajo, además de bastardear el producto, es la consecuencia de la mala calidad. Pulku es deliciosa, seca y con una práctica tapa corona, para que no ande matando a nadie con los corchos de plásticos que obligan a batallar largos minutos para quitarlos. Ahora falta que los Barrera y los buenos de la industria, nos recuerden que hay que tomar sidra todo el año. ¿Lo harán?


Fuente: Alejandro Maglione - Conexión Brando.


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