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ABSENTA: LA BEBIDA DE LOS MALDITOS

Absenta: la bebida de los malditos
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26/02/2015
En un palacete centenario, a dos cuadras del Alto Palermo, un veinteañero anacrónico prepara su propia absenta, con 27 plantas medicinales y 90 grados de graduación alcohólica.

Mil seiscientos años antes de Cristo, los egipcios ya elogiaban las virtudes tónicas, diuréticas y antisépticas de la absenta. Y luminarias de la medicina, como Hipócrates y Galeno, lo recomendaban contra la ictericia y la malaria. Pero recién a fines del siglo XIX, cuando se transformó en la bebida icónica de los poetas malditos (Paul Verlaine, Arthur Rimbaud) y de artistas plásticos (Vincent Van Gogh, Henri de Toulouse-Lautrec) fue que alcanzó una popularidad inédita en Europa.

En 1910, por ejemplo, se bebían en Francia unos 36 millones de litros de absenta por año. Al mismo tiempo, ya había grupos que pedían su prohibición y la consideraban "el demonio verde". Pero no fue hasta 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que la prohibición se hizo efectiva, argumentando que el consumo de ajenjo debilitaría a las tropas. "Yo intento en parte desligar la absenta de ese misticismo perjudicial", dice Bruno, alias Barón Absenta (prefiere no dar su apellido), un pampeano de 26 años radicado en Buenos Aires, que desde hace ocho años fabrica su propio elixir. "Yo trato de explicarle a la gente que mi absenta en verdad es mejor que muchas otras bebidas alcohólicas porque te evita la resaca, y funciona tanto como estimulante del apetito como bajativo para después de las comidas".

Igual que con el fernet o la Coca Cola, no existe una fórmula exacta de la absenta. "Existe una receta primitiva, muy antigua, de siete plantas: esa es la base. Pero hubo, luego, montones de derivados. Yo encontré la mía a puro ensayo y error. Mi versión tiene plantas del Amazonas peruano, como la catuaba o la pasionaria, que obviamente no tenía la receta original que usaban los poetas malditos. Sin embargo, son una buena adición a sus efectos", explica en el living de su casa, en el cuarto piso de un palacete centenario a dos cuadras del shopping Alto Palermo, mientras pica y muele una raíz de Angélica, una de las 27 plantas medicinales que integran su fórmula, que alcanza los 90 grados de graduación alcohólica.

Es una escenografía perfecta para una pasión anacrónica. Al Barón, de chico, le encantaba la química y solía producir licores caseros de ciruelas y frutillas. En la adolescencia empezó a interesarse en los estados alterados de conciencia. Y aunque pensó en estudiar química, dejó de lado ese plan porque no quería terminar trabajando en un laboratorio. Así que se recibió de chef en la escuela del Gato Dumas. Al mismo tiempo, leyó Plantas de los dioses, esa especie de biblia alucinógena escrita por Albert Hofmann (descubridor del ácido lisérgico) y Richard Evans Schultes, entre otros textos clave. De esa conjunción, y del interés por plantas medicinales como el ginkgo biloba, emerge esta historia.

Hasta el 2009, el consumo de absenta estuvo prohibido en la Argentina. "Eran leyes de la última dictadura militar, que fueron derogadas. Ahora la absenta está en un gris. Legalmente, no existe", explica. El proceso es totalmente artesanal. Consiste en picar, cortar o moler las hojas, ramas, cortezas, semillas o inflorescencias de esas 27 plantas, siempre manualmente. "Intenté usar molinillos, pero el resultado no es el mismo. De esta manera, voy abriendo los poros y permito que salgan ciertos compuestos aromáticos que me interesan", explica. Luego de que se procesan todos los elementos, empieza la fermentación, la maceración, el decantado y el posterior filtrado, con una base de alcohol de cereales.

Bruno define la absenta como el elixir de la felicidad. "Tomás apenas un trago y empezás a esbozar una sonrisa", explica. "Pero a diferencia de muchas sustancias que alteran la psiquis, la absenta genera la tolerancia inversa. Tu cuerpo lo asimila cada vez mejor. Y, además, marida muy bien con otras sustancias psicoactivas, ya sea alcohol, cannabis o cualquier elemento psicodélico".

La manera tradicional de tomarla es con agua helada, mediante el goteo sobre un terrón de azúcar. Sin embargo, el Barón propone otras alternativas: "Yo incentivo a jugar con los sabores. Va bien con limonada, con cerveza, con mate... Su uso no tiene límites, aunque siempre debe beberse diluida".

El litro de esta absenta artesanal cotiza a $650, y el Barón produce tandas de a veinte litros cada mes y medio. Se las vende a sus amigos a través de su página de Facebook y también a nuevos clientes que conoce en pequeñas acciones de marketing que desarrolla en los recitales de sus bandas favoritas, como Los Espíritus, Fútbol, La Patrulla Espacial, Poseidótica y las del sello Mamboretá, de Formosa. "La interacción con la gente es fundamental. Me encanta mostrarles un sabor nuevo, que descubran sus efectos y observar sus reacciones. La mayoría no lo probó, y le encanta".


Fuente: Humphrey Inzillo - ConexiónBrando.

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