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7 PREGUNTAS SIN RESPUESTA QUE TODO BEBEDOR DE VINOS SE HACE ALGUNA VEZ

7 preguntas sin respuesta que todo bebedor de vinos se hace alguna vez
Tiempo de lectura:
5 minutos

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25/08/2016
El amor al vino arranca por una curiosidad genuina. Sólo que algunas de esas preguntas originales nunca tienen respuesta.

Saber o no saber de vinos es una cuestión de grado. Para una inmensa mayoría pronunciar bien Cabernet Sauvignon es suficiente a la hora de reconocer el saber, mientras que para otros, no alcanza con entender las sutiles diferencias entre un terroir y otro. En todo caso, cuando se empieza a aprender de vinos, las preguntas que un consumidor se formula son claves para poder avanzar. Y en la medida en que pasan los meses y las botellas, hay algunas preguntas, las que primero se formuló, que siguen sin respuesta. Más se sabe de vinos y menos claras son las respuestas a las primeras y más sencillas dudas. Algunas de las más típicas, son:

Cuál es el mejor vino. Es la más sencilla, directa y necesaria de las preguntas sobre vinos, pero también la más imposible de responder con certeza. En plan de decir la verdad, no hay mejor vino que el que a uno le gusta. Sin embargo, todos sabemos que puede haber otro mejor: es una neurosis vital, que en el caso del vino se expresa como una duda y que, al cabo de las botellas y los años, sigue sin respuesta. Es más, gana complejidad como pregunta: mejor en qué estilo, por qué precio, de qué región. Y así. Siempre vigente, en rigor es el motor de una sed de conocimiento que es mejor que no halle respuesta.

Cuál es el vino más fuerte. A menudo esta pregunta se formula distinto, de forma más concreta, como una comparación: ¿el Cabernet es más fuerte que el Malbec? Difícil responder sin matizar. ¿Qué Malbec y qué Cabernet? A manera de ejemplo, si por fuerte se describe intensidad y potencia etílica, un Malbec salteño será más fuerte que un Cabernet de Luján de Cuyo, Mendoza. Tratándose de una pregunta que encierra grados posibles, la multiplicidad del vino desmiente toda lectura rápida. Lo mismo sucede con la pregunta inversa:

¿Cuál el tinto más suave? Es un dato necesario para el consumidor. A menudo y en materia de tintos se puede responder invocando al siempre etéreo Pinot Noir. El problema es que será tan diferente, que habrá quien no lo considere tinto más allá del color. Y como la pregunta anterior, en rigor es esta también está mal formulada: habría que preguntar por ligereza, frescura y textura antes que por la intensidad. Sin embargo, para llegar a esta pregunta hay que conocer. Y para conocer, nada mejor que probar y equivocarse y acertar.

¿Cuando vence un vino? Sucede que, frente a una botella vieja, el consumidor se pregunta si puede o no beber ese vino. Es que tenemos la cabeza seteada por la industria de los alimentos, en donde las cosas se pueden o no comer según la fecha de caducidad. Con el vino no pasa lo mismo. En todo caso, el final está en el placer que aporta o si el sabor es agradable o desagradable. O bien si valió la pena dejarlo madurar por años, ya que no necesariamente mejorará, y en todo caso perdimos el tiempo.

¿Cuándo es la madurez ideal de la uva? En general las bodegas hablan de elaborar sus vinos cuando llegó la madurez ideal de la uva. Pero si uno empieza a indagar pronto se da cuenta de que no existe tal cosa. Hay, sí, diversos puntos posibles, que según el estilo de vinos que se quiera elaborar –gordos, flacos, frutados, vegetales– encontrará una punto de vendimia ideal. Parte del truco de hacer vinos es embocar el momento justo, como casi todo en la vida. Así es que esta pregunta sólo puede tener respuesta útil desde el punto de vista de los objetivos de elaboración.

¿Cuál es la mejor copa para el vino? Si bien hay una fuerte intención desde las marcas de cristal de armar un plan ideal entre vino y copa, no existe tal cosa. Existen, sí, experiencias diferentes con copas distintas: algunas potencian los aromas, otras la acidez, unas pocas el cuerpo. Pero la razón final es que uno debe beber con la copa que tiene y sacarle el mejor provecho. En nombre de la quimera del gusto, mejor es la realidad y que de la pregunta se encargue otro.

¿Cómo saber si un vino gustará o no? Pegunta difícil si las hay. Si nos gusta la madera, que sea reserva es un índice. Si nos gusta la fruta, que sea joven es un índice. Y si nos gusta la ligereza, que sea de baja graduación o de variedades ligeras como el Pinot Noir, son índices. La realidad es que nada garantiza racionalmente que lo que uno compre gustará, más allá de la experiencia. En todo caso, cabe otra pregunta: ¿y si no gusta, qué?

Entonces, mejor es equivocarse que dudar. El vino impone distancia. Hay que saber de variedades, de terruños, de estilos, de precios. No es fácil dar el primer paso. Pero cada vez que se avanza un paso, el vino retribuye con nuevas emociones y gustos. Así que es mejor no dejarse llevar por la duda y lanzarse de lleno a una copa. Sólo así se arranca. El asunto es que, una vez que pica el bicho del vino, nunca se agota.

Fuente: Joaquín Hidalgo - Vinomanos.com

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