La bebida nacional ha perdido terreno frente al crecimiento de refrescos con menor graduación alcohólica. Ganan también los destilados que suelen tomarse mezclados con jugos y gaseosas.

Verter soda en el vino pareciera ser el último pecado capital del siglo XXI. Y aunque lo acusen de poco culto, fuera de moda o "grasa", algunos referentes de la vitivinicultura comienzan simpatizar con que el "sodeado" regrese a la mesa.

Cuando en el país todavía estaba permitido agregarle hielo, jugo o soda se llegaron a consumir 90 litros de vino per cápita al año. Pero hoy, cuando sólo se toma en copas, a la temperatura correcta y puro, cada argentino bebe 30 litros anuales de la bebida nacional.

Según un estudio de la consultora Initiative, el mercado de las bebidas alcohólicas en Argentina está liderado por la cerveza y el vino. Desde 2006 al 2010 la cerveza tiende a mantenerse. Pero el vino decrece.

Los estudios del mercado muestran que ganan terreno los aperitivos que tienen menor graduación alcohólica, como la cerveza, o que no tienen alcohol, sobre todo las aguas saborizadas.

Pero también comienzan a repuntar los destilados y licores que "admiten" ser rebajados con otras bebidas. Allí están el bitter y el vodka con jugos de fruta, y el fernet, que avanza atado a la gaseosa cola.

Con todo parece poco el esfuerzo conjunto que lleva adelante el sector vitivinícola, con gobierno incluido, para incentivar el consumo de vino.

Por eso Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina, propone "romper el mito: que se puede tomar un vino con soda y no pase nada". Esa mezcla "es hoy una condición de época" que ayudaría a detener la caída en la venta de vino, sostuvo en diálogo con Radio Nihuil.

Publicidad sodeada

Guillermo Oliveto, asesor estratégico del Fondo Vitivinícola de Mendoza en estrategias de comunicación, recuerda que la idea de "habilitar" la mezcla de vino con soda estuvo presente desde el 2005 en la campaña genérica del vino argentino que armó para la COVIAR. El spot "Verdades cantadas", de 2008, sugería "si querés con cubitos, si querés con soda, si querés solito".

El objetivo fue "rescatar algo que está en la memoria y el paladar de los argentinos, que era la clásica soda con un chorrito de vino", agrega el especialista. El concepto quedó más claro en última la publicidad que Oliveto creó para Pequeños Bodegueros de Mendoza y el Ministerio de Producción (www.elvinodelagente.com.ar).

Contra la añoranza, en el mundo del vino no todos están de acuerdo con la desmitificación propuesta. En esta línea, Ezequiel Quiroga, sommellier de Francis Mallman , asegura que su restorán "casi nadie" le pone agua con gas al vino y que él lo desaconseja totalmente.

"Una vez nos preguntaron si teníamos sangría ?contó con cierto empalago? y a veces me piden hielo, pero les sugiero que prueben el vino antes porque los tenemos a la temperatura adecuada, que es de 17 grados los tintos y 6 grados los blancos".

"La imagen del vaso y del pingüino tuvo bastante rechazo entre las bodegas de alta gama y la prensa especializada", reconoce Olivetto, y justifica que debe diferenciarse la comunicación por cada gama de precios: "No es igual el mensaje que se utiliza para vender Mercedes Benz que para un Fiat Uno".

En cambio, María Alejandra Lozano, titular del Centro de Licenciados en Enología de la República Argentina y vicepresidenta de la Unión Internacional de Enólogos, piensa que "habría que volver a las bases y descomplicar la vida del consumidor. Una cosa es no tener las herramientas para darle una mejor apreciación y otra es que se sienta mal porque cree que no sabe, o llevarlo a desconfiar de sus propias sensaciones".

Un "culito" de vino

Manuel de Paz
Periodista

Ahora puede parecer una herejía. Pero cuando yo era chico, en las comidas nos daban vino con soda. Un "culito" de vino y el resto del vaso con soda.

Abuelos y padres de entonces afirmaban que así, de a poquito, y en la casa, es como se debía aprender a tomar alcohol.

Eran años en que emborracharse todavía era algo socialmente muy mal visto.

El que más rememoro era el vino blanco abocado de Próspero Antonio Benedetti, ése que me mandaban a comprar al almacén de los Sacra, allá en Palmira.

Hoy, como cualquiera sabe, las chicas y los pibes de 13 y 14 años creen estar obligados a cumplir con el ritual de "morder el vidrio" más de la cuenta con bebidas blancas, brebajes que los obligan a terminar vomitando en la puerta de los boliches.

Criaturitas de Dios que pasan de haber tomado toda la vida Coca Cola a mandarse unas infusiones volcánicas con vodka y ron. Por eso rescato y agradezco aquel vino con soda que sabiamente mis padres me enseñaron a tomar, así, de a poquito, y siempre con las comidas.

Enseñar a respetar el alcohol para poder disfrutarlo es otra de las tantas cosas que los padres han decidido tirar al olvido.

Radiografía de los bebedores

Una foto del mercado argentino de bebidas alcohólicas muestra que actualmente cada 100 personas 56 toman cerveza y 40 toman vino, mientras el resto de los ciudadanos tienen alguna otra bebida en sus vasos. Esa es la fotografía que sacó la consultora Initiative en 2010.

La misma radiografía sacada en 2007 muestra algunas diferencias, interesantes que revelan tendencias. Los consumidores de cerveza prácticamente no se han modificado en cantidad, lo mismo que pasa con los bebedores de fernet.

Pero los amantes del vino fueron paulatinamente cambiando de bebida. A tal punto que en estos 4 años, el 11porciento migró a otra bebida.

El whisky compartió la misma suerte y bajó 46porciento en el mismo período, acompañado por el ron (50porciento) y en menor medida también por el tequila (27porciento).

La cerveza y el vino mantienen un equilibrio de sexos, pero en el fernet creció el consumo femenino.


Fuente: Diario UNO.