¿Existe la perfección? ¿Es posible estar completamente seguro de algo? ¿Acaso el deseo queda alguna vez satisfecho? Esas y otras pregunta rigen esta breve reflexión sobre el vino de los 100 puntos.

La perfección es una senda frustrada. Es la quimera o el horizonte, según uno vea el vaso lleno o vacío. Pero en materia de vinos, la cosa parece zanjarse de un modo diferente. Menos tánico y más aterciopelado, si se quiere. Porque existen vinos de 100 puntos, hipotéticamente perfectos, y no son pocos.

A la hora de ponderar un tinto -del que habrá tantas opiniones como lenguas sueltas lo prueben- es fácil caer en la tentación del que le falta o el que le sobra algo. Sin embargo, Robert Parker Junior, el wine critic más famoso, tiene en su haber 152 vinos de 100 puntos, algunos de ellos, como Guigal 'La Mouline, con nueve vendimias récord. Y entonces uno se pregunta si ese vino y esas cosechas son realmente perfectas o si, acaso, Parker tiene que encontrar, cada tanto, la horma de su vanidad para evitar frustraciones y aforar bien sus puntos.

Este no es un tema menor para nuestros vinos. A mediados de agosto pasado, en la llamada Premium Tasting -la cata que reúne en Mendoza a los vinos locales de más de 92 puntos Parker- ningún súper tinto superaba los 96. Y si bien es cierto que hubo un 99 una vez (Viña Cobos Malbec 2006), todo el mundo acuerda con que los puntajes de hace unos años eran vasollenistas.

Es más, ahora que un tal James Suckling -ex editor de Wine Spectator y el hombre con el apellido más pertinente que existe para este trabajo- cata vinos argentinos, los 100 puntos dejaron de ser una quimera para transformarse en una realidad, nuevamente en Viña Cobos Malbec 2011. Un generoso reconocimiento que parece más destinado a publicitar sus puntajes antes que a valorarlos.

Así las cosas, los catadores en busca de la perfección tienen un problema demasiado humano: los hay exigentes y no tanto, por temporadas y vinos. Y si algo tiene de lindo este asunto, es que como haría cualquier vecino chusma, a la hora de las conversaciones sólo importa el puntaje más alto, el que nos acerca más a la fantasía y nos aleja de la frustración. En todo caso, una cosa es segura para los consumidores: sean 95, 97 o 100 puntos, a la hora de beber, valoramos el vaso medio lleno.

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Fuente: Joaquín Hidalgo - Planeta Joy.