En esta entrevista, Philippe Caraguel, director de Bodega Atamisque, nos acerca sus perspectivas sobre el negocio del vino en el mercado interno y externo.

- ¿Le preocupa el fuerte aumento en los costos?

El alza de costos es una realidad preocupante que erosiona los márgenes de rentabilidad, considerando que nuestro principal destino comercial es el mercado externo y que el tipo de cambio (peso/dólar) no presenta la misma cinética respecto de los incrementos laborales y de insumos.

- ¿Cómo se perfilan las ventas de fin de año en el mercado interno?

Hay fundadas expectativas para nuestro desarrollo comercial en el mercado interno, teniendo en cuenta la elevada liquidez del mercado monetario en el segmento de alto poder adquisitivo. Éste comprende no sólo los destinos comerciales tradicionales, (Buenos Aires, Córdoba, Rosario) sino también las ciudades que constituyen la "pampa gringa" (sur de Córdoba, centro-sur de Santa Fe, centro-sur de Entre Ríos) poseedoras de gran parte de la renta nacional por el boom de la actividad agro exportadora, que además poseen una talla urbana que no supera las 100.000 habitantes, en la que los hábitos de vida (corte laboral al mediodía) favorecen al consumo de vino.

- En términos de distribución ¿han recrudecido las exigencias para llegar las góndolas o restaurantes?

Nuestro desarrollo comercial está focalizado al canal de restaurantes y vinotecas en las que hemos encontrado condiciones de negociación habituales, lo que no significa, que sean las deseadas.

- ¿Cuáles son las principales amenazas del sector en el mercado interno?

Considero que la principal amenaza de nuestra actividad reside en el riesgo de favorecer la concentración, contemplando que uno de los grandes atributos de la industria vitivinícola corresponde a su competitividad que difiere de otras ramas industriales que son altamente concentradas y hasta oligopólicas.

La vitivinicultura debe jugar un rol determinante en el proceso de industrialización que promueve la política económica del gobierno mostrando su ejemplaridad en cuanto a su desarrollo industrial integrado, con inclusión territorial y social al incorporar nuevas áreas de cultivo en zonas rurales alejadas con demanda y desarrollo de mano de obra intensiva y calificada. El formato pyme es el prototipo de la vitivinicultura del futuro y para su implementación requiere financiamiento crediticio que debe gestarse con tasas subsidiadas y coherentes a la cadencia del proceso productivo.

- ¿Cómo ve a Argentina ubicada en términos de competitividad frente a otros países exportadores?

El tipo de cambio retrasado con costos crecientes impacta negativamente en el segmento de entrada (FOB hasta 3,70 U$D) respecto a nuestra competitividad referida a otros países exportadores. No obstante, tenemos la alternativa de canalizar parte de los excedentes de este segmento a nuestro mercado interno que continúa siendo un destino muy interesante y atractivo (situación que no presentan nuestros competidores). El mismo puede adquirir mayor vigor aún a partir de acciones de marketing y comunicación por parte de la oferta afín de aprovechar la expansión de la demanda agregada en bienes de consumo. Respecto a los segmentos medios, medios-altos y altos, el negocio sigue resultando atractivo.

- Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones argentinas de vino embotellado con el varietal Malbec ¿Le preocupa esto?

La crisis económica provocará inevitablemente, en una instancia próxima, una retracción del negocio. No obstante, puede ser una oportunidad de posicionamiento a partir de la experiencia ocurrida en la crisis del año 2008, cuando se produjo el efecto sustitución, en el que los consumidores no disminuyeron su consumo pero sí el nivel del segmentos de precios al que accedían dejando los nichos de 50 / 60 dólares para acceder a los de 20 /30 dólares, encontrándose y sorprendiéndose gratamente con el segmento de vinos argentinos que son imbatibles en su relación precio-calidad.

Considero que el Malbec argentino llegó para quedarse y seguir afianzándose, sus destacadas cualidades son impactantes además de su sorprendente versatilidad (tipicidad manifiesta tanto en vinos jóvenes como en los estructurados de guarda). El Malbec no posee equivalentes de calidad respecto de otros cepajes "emblemáticos" que identifican a países competidores como el Zinfandel (USA), Carmenere (Chile) y Tannat (Uruguay). Tampoco el Malbec de Cahors, salvo honrosas excepciones, se pude presentar como alternativa, debido a plantaciones en baja densidad y ciclos de madurez incompletos, sus vinos poseen marcada tanicidad y falta de volumen en boca. No obstante, desarrollar otros cepajes es un camino válido a fin de ampliar la oferta (Bonarda, Cabernet Sauvignon, Chardonnay).

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Ma. Soledad Gonzalez - Area del Vino.