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LOS SECRETOS DEL VINO CHILENO CON PUNTAJE PERFECTO QUE YA SE VENDE EN ARGENTINA

Los secretos del vino chileno con puntaje perfecto que ya se vende en Argentina
Tiempo de lectura:
7 minutos

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21/10/2021
Enrique Tirado, el enólogo responsable de elaborar el primer vino ícono de Chile, revela los secretos de la etiqueta que viene de conseguir 100 puntos

En la vitivinicultura chilena, si hay un vino que fue decisivo a la hora de pavimentar el camino hacia los mercados internacionales, es Don Melchor.

Se trata de un ejemplar que se elabora a partir de unas 127 hectáreas emplazadas en el terroir de Puente Alto, en la ribera norte del río Maipo, dentro del valle del Maipo. Una zona que brinda las condiciones ideales para el cultivo de uvas Cabernet Sauvignon en Chile. De hecho, más del 90% de la superficie del viñedo corresponde a esta variedad; mientras que el porcentaje restante está conformado por uvas Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot.

La novedad es que la cosecha 2018 viene de conseguir el puntaje perfecto, de la mano del crítico James Suckling, quien distinguió a esta añada con 100 puntos.

El otro dato clave es que esta cosecha emblemática, comenzó a comercializarse en la Argentina, así como también la añada anterior, la 2017, que venía de alzarse con 99 puntos.

"Realmente recibimos la noticia de los 100 puntos con mucha alegría. Porque es un gran reconocimiento para todo el equipo que está detrás de Viña Don Melchor, incluyendo a quienes trabajan en el viñedo, en la bodega, en la parte comercial, en el área de marketing. Y creo que, más que una distinción a una cosecha puntual, este resultado habla de todo el trabajo que se ha realizado durante los más de 30 años de historia, durante los cuales mantuvimos la misma filosofía: ofrecer la mejor expresión del lugar", explica en diálogo con iProfesional el enólogo Enrique Tirado, quien se unió al proyecto en 1995 para tomar las riendas definitivamente a partir de la cosecha 1997, siendo desde 2019 gerente general de Viña Don Melchor.

-Son casi 25 años de tu vida dedicada a Don Melchor, que fue clave para consolidar la imagen de los vinos chilenos en el mundo y abrir la puerta hacia los mercados internacionales. ¿Qué destacarías del terroir de Puente Alto y qué lo hace tan único desde tu perspectiva?

-Puente Alto es la esencia que nos ha permitido mantener la calidad, año tras año. Entre las características principales destaco el suelo pedregoso, aluvial; un suelo pobre, donde hay cierta restricción de agua y que resulta ideal para producir vinos Cabernet Sauvignon. También es fundamental el clima, atemperado por la Cordillera de los Andes, y la gran amplitud térmica que tenemos, que permite que los racimos vayan concentrando sabores y aromas y que da lugar a una madurez lenta que nos permite obtener uvas de gran calidad. El terroir es la esencia, como decía, y siempre ha estado ahí. Hemos ido plantando parcelas, hicimos cambios en el manejo del viñedo, pero lo más importante, que es el terroir, es la clave de este vino.

Enrique Tirado, de Viña Don Melchor

-¿Cuáles son esos cambios que destacarías, desde aquellos primeros años hasta la actualidad?

-El gran cambio que introdujimos fue la parcelación. Anteriormente, el viñedo de 127 hectáreas estaba dividido en 35 parcelas. Me acuerdo muy bien cuando a fines del ’96, mientras planificaba la cosecha ’97, recorría el viñedo y veía esas diferencias de vigor, de crecimiento, de colores. También recuerdo que me subí a la camioneta, porque no teníamos drones en ese entonces, y desde lo alto comprendí que el viñedo nos estaba mostrando distintos caminos, diferentes velocidades y tiempos de crecimiento, de madurez. Así fue como empezamos un mapeo muy profundo, muy riguroso, que culminó en el 2002. El resultado es que hoy tenemos 151 pequeñas parcelas, de menos de 1 hectárea cada una y en la que cada una aporta algo distinto: fineza, fruta roja, concentración, taninos, frescura… pero todas tienen la personalidad de Don Melchor; está la esencia, pero hay diferencias de balances, aromas y texturas y esto es importante, porque es lo que nos permite crear un nuevo vino cada año.

-¿Cómo arman ese complejo rompecabezas que es Don Melchor?

-De las 151 parcelas juntamos dos en pequeños recipientes. Esto nos da 76 vinificaciones diferentes en cada vendimia y con estos lotes creamos el primer master blend, que son vinos gotas o flor. Luego, en una segunda etapa, probamos más de 100 vinos prensa. Con todos esos elementos, vamos armando esta arquitectura de mezcla que nos permite crear un nuevo Don Melchor. Es una gran semana para mí, es un momento único, porque es cuando empieza a plasmarse el resultado que buscábamos en un blend final.

-Un momento también de mucha presión, imagino, luego de todo un año de trabajo…

-La cabeza es la que genera la presión, porque uno conoce cómo vienen los vinos de cada parcela y uno sabe cuál es el potencial de cada una de ellas y sabe cuáles requirieron mucho trabajo y entonces hay un deseo de que luego ese trabajo se refleje en cada lote. Por eso es que yo siempre pruebo a ciegas. Reconozco las variedades pero prefiero abstraerme y degustar sin tanta información sobre qué parcela es la que está en la copa. Porque así es como realmente vamos a estar eligiendo la mejor expresión de Don Melchor.

Un dato importante es que desde 1987 trabajamos primero con Jacques Boissenot y luego con su hijo Eric Boissenot, que son consultores de los más prestigiosos châteaux de Bordeaux y son especialistas en hacer blends. Pero no buscamos hacer un vino de estilo francés, sino un vino que sea la mejor expresión de Puente Alto. Y para la cosecha 2018, el blend final se conformó por un 91% de Cabernet Sauvignon, 5% Cabernet Franc, 3% Merlot y 1% Petit Verdot. Esto, lógicamente varía a través de las vendimias. No nos atamos a recetas, sino que dejamos que sea cada componente el que hable y lo elegimos en función de lograr el equilibrio deseado.

Puente Alto, el lugar donde nace Don Melchor

-Durante años, desde la perspectiva del consumidor de Argentina, se asoció a los Cabernet Sauvignon de Chile con vinos muy pirazínicos. Sin embargo, en Don Melchor manda la fruta roja y las notas florales y es un estilo que se despega de ese registro que estuvo instalado mucho tiempo en el imaginario colectivo.

-Sí, es cierto que había una concepción sobre los vinos chilenos de ese tipo, pero ha cambiado hace unos años. Y en el caso de Don Melchor, siempre hemos logrado en el viñedo una buena madurez de la fruta. En esta cosecha 2018, por ejemplo, encontramos la expresión de fruta roja, las notas florales y comienzan a aparecer algunas notas minerales. Mientras que en boca es un vino que tiene fineza, delicadeza de taninos, pero también hay energía. Esas son características de los grandes terroirs. Y, cuando hay una vinificación orientada a respetar la expresión del lugar, se logran vinos con expresión y carácter pero con balance.

Don Melchor ya se vende en Argentina

-Proyectando hacia el futuro, ¿qué marca sello buscás dejar para que Viña Don Melchor perdure a lo largo del tiempo?

-Mi filosofía siempre ha sido respetar el lugar; expresar el terroir, las variedades y las personas que están detrás. Que cuando alguien agite la copa, sienta dónde se originó ese vino, sienta la frescura de los Andes; sienta la base de Cabernet Sauvignon y la complejidad de las diferentes parcelas, sienta Puente Alto. Yo diría que Don Melchor es un clásico contemporáneo, porque respeta el pasado y su historia pero, además, plantea una mirada hacia el futuro. Queremos tener un vino moderno, que le hable al consumidor de hoy. Don Melchor fue el vino que abrió el mercado internacional para las bodegas chilenas, pero no podemos quedarnos con eso. Queremos que el consumidor de hoy y del futuro, elija al vino por lo que es. Y vamos por el camino correcto.

Fuente: Juan Diego Wasilevsky - iProfesional.

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