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GENEROSOS

Generosos
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09/11/2012
Cada copa de vino encierra un cuento, una historia de tierra y sol, de bodega y paciencia, de búsqueda y encuentro. Son cuentos para compartir: cuentos de la cepa. El de hoy está dedicado a los vinos dulces.

En un país fanático del dulce de leche es un paso pequeño apasionarnos por los vinos dulces, sobre todo, los nuestros: cosechas tardías, espumantes y los generosos o fortificados, con un poquito de alcohol.

El Oporto de Portugal es el fortificado original y nació gracias a que un gobierno frenó las importaciones: Inglaterra estaba en una de sus tantas guerras contra Francia y los mandatarios de Londres suspendieron las importaciones de productos franceses. Desastre para Burdeos, pero oportunidad para Portugal, aliada tradicional de los ingleses. Cuenta la historia que fueron mercaderes al Valle del Douro a buscar nuevos vinos; el que más les gustó fue uno que había sido fortificado con un poco de brandy. El alcohol frenaba la fermentación y quedaba un poco de la dulzura natural del jugo. Además, con el grado alcohólico que rondaba el 20%, era un vino rico que, además, soportaba muy bien los largos viajes marítimos sin echarse a perder.

Por eso, si hoy abrimos una botella de vino generoso, podemos disfrutarla durante varias reuniones sin temor a que se estropee.

No hay que olvidarse que, además de los portugueses, en la Argentina también se producen vinos generosos, entre los que se destacan los que poseen una base de Malbec y de Bonarda.

Y siguiendo con el cuento, durante todo el siglo XIX, cuando Londres era la capital de la revolución industrial, se enviaba Oporto en grandes barricas de 550 litros, llamadas pipas. Eran los contenedores de la época.

Se embotellaba el vino en Londres o en el mercado de destino. Tan codiciado era el Oporto que, entre las grandes familias, era tradicional comprar una pipa de Oporto cuando nacía un hijo varón para que la abriese el día en que cumpliera 21 años. Con 550 litros, tendría una fiesta -en la que no faltarían tragos- seguida por toda una vida disfrutando del vino. Un regalo bien generoso, como el vino.


Fuente: Sonia Smith - El Conocedor.


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