Finca Alegría nació cuando una pareja de periodistas que cargaba en brazos a una beba llamada Alegría descubrió un terreno con una vista espectacular de los Andes.

-¿Estamos en La Consulta? -No, esto es Altamira, corrige el vecino.

Es que en ese entonces, Altamira no era el terruño reconocido de hoy. Eran chacras con algunas parcelas aisladas de viñedos viejitos y encorvados, y, según se decía, la bodega Chandon justo comenzaba una plantación de 110 hectáreas; levantaron tantas piedras que le pusieron El Pedregal.

Ahora la beba Alegría tiene catorce años y la Finca Alegría está rodeada de viñedos impecables, de altísima gama. A 1.029 metros de altura, en el sur del Valle de Uco, el microclima tiene noches frescas que intensifican los sabores especiados a frutos negros, saucos, ciruelas y chocolate, mientras que los días de sol maduran bien los taninos, con esto se logra un elegante equilibrio en los vinos.

Las uvas de la Finca Alegría son Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah más dos hileras de Chardonnay: en total 20 hectáreas de viñedo que rodean una casa también soñada.

De estas uvas, algunas pocas se reservan para el vino de la finca: el SonVida, un proyecto que desde el 2007 es una pasión familiar.

Con el único fin de descubrir la máxima expresión del terruño de Altamira, SonVida no produce más de 10 mil botellas que se venden en Estados Unidos, Gran Bretaña y en la Argentina. De ellas, el SonVida Cabernet Sauvignon es preferido en la Argentina y el SonVida Malbec es más vendido afuera.

Con respecto a la pareja de ex periodistas, SonVida resultó ser su forma de apostar por la vida y de descubrir cómo un terruño, Altamira, les cambió la vida.

Toda una Alegría.

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Fuente: El Conocedor.