Durante el 2011 Fabricio Portelli degustó prácticamente la totalidad de los ejemplares nacionales. Eligió un centenar de etiquetas y explicó por qué son destacadas. En esta oportunidad, les presentamos los diez vinos blancos incluidos en este ranking.

La edición de noviembre de la revista El Conocedor estuvo dedicada a los mejores vinos argentinos. Por tercer año consecutivo presentamos el ranking TOP 100 de las etiquetas nacionales, una selección que surgió de las degustaciones que Fabricio Portelli realiza casi a diario, con las que sumó alrededor de 3.000 vinos argentinos catados.

Si bien los blancos continúan siendo un enigma; esta vez se las arreglaron para alcanzar el 10%, siempre con el Chardonnay a la cabeza y con poca ayuda del Torrontés. A continuación, presentamos los diez vinos blancos que, principalmente por su calidad, han sabido ganarse un lugar en este listado:


Cada vez son más los blancos destacables que surgen de nuestros terruños, pero este Chardonnay va un paso más allá porque es el producto de una investigación que empezó hace muchos años. Y eso le significó haber sido no sólo uno de los pocos blancos del ranking, sino el único entre los top 20. Se trata de un Chardonnay 2007 de acidez filosa, untuoso y potente, pero dominado íntegramente por esa intensa frescura. Por eso, es denso y ágil al mismo tiempo. Además, es bien austero, característica típica del cepaje, pero con un dejo de fruta tropical que rompe el silencio. La mineralidad se aprecia a través de su paladar firme, terso y refrescante. Servir hoy decantado o guardar un par de años.


Desde 2006, además de ser uno de los poquísimos grandes blancos nacionales y un original assemblage, va ganando atributos con cada cosecha. Y si bien era difícil superar el carácter floral del 2009, este vino se destaca por su equilibrio. Siempre voluptuoso y consistente, propio del Viognier y Chardonnay, pero esta vez con una frescura más filosa. El Riesling se siente en la profundidad del final de boca. Un vino que, a pesar de su buena expresión, mantiene un perfil austero, pero siempre con un carácter propio que lo diferencia de todo lo que aquí se elabora.


Todos los hacedores de grandes vinos argentinos saben que la cosa recién empieza, más allá de los años que acusa nuestra historia vínica. Y si así es en tintos, ni hablar en blancos, donde el desafío ya no es sólo cuestión de cepaje y tecnología, sino más bien de terruño. Porque aunque el problema no sea de madurez, cada planta debe estar en el lugar indicado para dar su mejor tipicidad. Y al parecer, el Chardonnay en Vista Flores se está aclimatando bien. Porque la evolución del Lindaflor es notable, relega volumen, amabilidad y tostados, al tiempo que logra mucha más vivacidad y tensión. Incluso tiene un toque mineral que prolonga su final de boca.


Otro de los pocos blancos que han logrado ser parte de nuestro Top 100 este año, y muy merecido lo tiene. Porque es un vino pensado y cuidado, además de concebido, por dos expertos: Edgardo Del Popolo y David Bonomi, una de las parejas enológicas más destacadas de nuestro país. Este es un Chardonnay que impacta por austeridad y delicadeza. De paladar graso y con buen nervio. La fruta es algo madura, pero bien rodeada por una frescura mineral. Incluso, en su paso por boca se percibe que tiene más potencial. Por eso, este vino está entre los blancos más destacados de la Argentina.


La evolución de este blanco sorprende más cada día que pasa, y esto le ha permitido desde siempre a esta pequeña bodega hacerse un lugar de respeto no sólo con este Semillón, sino también con su Tocai Friulano y su Chardonnay. Pero aquí hay algo especial, una frescura austera y una madurez que remite a la miel, al pasto seco y a las infusiones. De cuerpo denso y una personalidad distinta y, a esta altura, única. Por eso merece un lugar en este ranking, porque es lo que quiere ser y por ser el responsable de mantener en vivo este clásico cepaje que puede darnos muchas más alegrías a los argentinos.


A veces lo malo de algunas buenas novedades en vino es que se hacen muy pocas botellas, como en este caso. Porque con 2000 ejemplares no será suficiente ya que este Chardonnay tiene algo especial para decir. Es delicadamente profundo, su frescura mineral y la austeridad de su carácter frutal casi limpian en su paso por boca. Además, su buen volumen no intercede en su elegancia. Por la firmeza de su acidez, seguramente sea un vino que gane complejidad en los próximos dos años.


Este es un premio no sólo a uno de los exponentes más destacados de nuestro único cepaje autóctono y a José Luis Mounier (su enólogo), la referencia más importante de los vinos de altura, sino a un vino que intenta ir más allá a pesar de las limitaciones. En Cafayate, Finca Quara busca sacar lo mejor del terruño salteño. José Luis Mounier, junto con su consultor Marcelo Pelleriti, lo están logrando. Porque este Torrontés, como ningún otro, fue criado en barricas de roble de primero y segundo uso. Pero para ello fue pensado desde la viña. Por eso es un vino único, totalmente diferente a todos, con una acidez aguda que no sólo lo sostiene, sino que le da vivacidad. Untuoso y con un carácter floral y amielado muy atractivo.


Cada año que pasa, este vino avanza un paso más y eso, por tratarse de un Torrontés, nos hace bien a todos. En 2010 había llegado a la calificación de Regional Trophy en los Decanter World Wine Awards, y ahora el 2011 simplemente fue considerado el mejor blanco aromático del mundo. Es cierto que es un Torrontés moderno, con las fragancias típicas, pero dentro de un estilo más delicado, y con paladar refrescante en el que predomina un final alimonado que le da nervio además de carácter. Pero gracias a ello gana cada vez más adeptos aquí y en el mundo.


Uno de los secretos de este blanco elaborado por el experimentado enólogo Walter Bressia es la sutileza de su expresión porque, sin llegar a ser un vio delicado, capta la atención a través de la austeridad de sus atributos. Una sabia combinación de Chardonnay y Semillón del Valle de Uco, con una frescura sostenida que equilibra su buena estructura. Es de esos blancos a los que les viene bien una decantada para que se abran antes de pasar a la copa. Si no, habrá que dejarlo en la cava un par de años más.


Pocos saben que Mauricio Lorca, reconocido por sus vinos expresivos y con carácter frutal evidente, es el mismo que elabora los delicados y originales vinos de Viña Alicia. Entre ellos se encuentra este curioso blanco a base de Albariño (el rey blanco gallego) con toques de Savagnin y Riesling. La tipicidad varietal asusta por lo evidente, y si bien es refrescante y delgado, se nota que es del Nuevo Mundo. No obstante, posee una personalidad propia que logra percibirse nítidamente. De final refrescante y frutal, con buen potencial.

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Fuente: Fabricio Portelli - El Conocedor.