Cada vez más bodegas se animan a hacer grandes vinos con una uva considerada popular, pero que crece en diversidad de estilos

Los vinos blancos argentinos no dejan de crecer en calidad y en reputación. Y el Torrontés no es ajeno a esta tendencia. Si bien es una cepa que tradicionalmente fue relegada al papel (nada despreciable) de vino popular, hoy esta variedad que representa el 4,5% de las vides plantadas en la Argentina ofrece grandes exponentes con potencial de guarda, frescura, complejidad y una admirable versatilidad a la hora de sumarlos a la mesa.

“El Torrontés entró en sintonía con el cambio general de los vinos blancos argentinos, que hoy buscan más frescura y más elegancia. Y, en el caso particular del Torrontés, menos exhuberancia y menos peso en boca”, señala Thibaut Delmotte, enólogo de Bodega Colomé, que elabora uno de los primeros torronteses en dar ese giro: Colomé Torrontés.

“Si antes la variedad estaba encerrada en un solo estilo, en la actualidad hay una gran panel de opciones diferentes de Torrontés”, agrega Delmotte. Alejandro Pepa, enólogo de la también salteña bodega El Esteco, coincide: “Es una variedad noble y los trabajos que se están realizando son increíbles y con un gran abanico de posibilidades: vinos tranquilos, reservas, con roble, elaborados en concreto 100%, dulces naturales, tardíos y espumantes”.

¿Algunos ejemplos? El Gran Enemigo Torrontés, que va por el lado de la austeridad en aromas y mucha textura en boca; el Naranjo de Raíz de Susana Balbo, quien vinifica al Torrontés con pieles para dar lugar a un vino con taninos y un perfil aromático particular; o El Esteco Old Vines, que obtiene en Cafayate un blanco de súper alta gama y de perfil internacional.

El resultado de esta diversidad es, en lo que respecta a su consumo, un aumento del 41,2% de sus ventas en los últimos 10 años, según estadísticas del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).

En el extremo sur

La explosión de estilos que hoy protagoniza el Torrontés se da en un muchos planos, y uno de ellos –quizás el más novedoso– es su producción en regiones que hasta hace unos años no habían sido consideradas para esta variedad. Es sin dudas el caso de la Bodega Otronia, que por estos días lanzará al mercado su Otronia Lagunar Torrontés, que tiene la particularidad de crecer en el viñedo más austral del mundo: Sarmiento, en el extremo sur de Chubut.

“El viñedo Otronia se pensó desde sus orígenes con variedades clásicas de ciclo corto por el frío y que nos permitieran desarrollar vinos de gran carácter y elegantes, por eso plantamos Chardonnay y Pinot Noir. Pero la nobleza de este lugar nos permitió explorar con variedades especiales y una de ellas es el Torrontés, una uva típica y nativa de Argentina”, cuenta Juan Pablo Murgia, enólogo de Otronia.

¿Qué perfil diferencial ofrece un Torrontés de Chubut? “Este vino ha sido una de las grandes sorpresas del viñedo Otronia, porque logra un carácter muy especial, que mantiene la tipicidad de la variedad, con aromas florales, pero conducido por un perfil cítrico y mineral, muy elegante y refinado –responde Murgia–. Es una versión única del Torrontés pulida y definida por la influencia del viñedo Otronia, en Chubut”.

100% argento

El Torrontés, es una uva 100% argentina, que resultó del cruce -ocurrido en Mendoza, allá por el siglo XVII, relata el historiador Pablo Lacoste- de las variedades Moscatel de Alejandría y Listán Prieto. Pero, en octubre, mes del Torrontés ¿por dónde empezar a redescubrirlo?

En el súper hay góndolas repletas de botellas que repiten sin mucho amor la vieja fórmula del Torrontés -con gloriosas excepciones, que dejaremos para otra nota-, pero son las vinotecas y esos restaurantes con cuidadas cartas de vinos los sitios que ofrecen ejemplares como los que aquí abajo se listan, y que cuentan una nueva historia.

Gran Enemigo Torrontés 2019 (Bodega Aleanna)

Un blanco sumamente complejo y lleno de sutilezas. Color amarillo verdoso, en aromas priman las notas minerales y otras provenientes de la crianza con velo (frutos secos), pero también hay aromas cítricos y herbales. Lo más interesante es su boca: un mix de textura (mineral, envolvente) y acidez, que lo vuelve muy gastronómico.

Susana Balbo Signature Torrontés de Raíz Naranjo 2021 (Susana Balbo Wines)

Como su nombre lo indica, es de color naranja, pero sin turbidez como la mayoría de los vinos naranjos. Mucha complejidad, en sus aromas se destacan las naranjas amargas, el jazmín y algunas notas licorosas. En boca tiene bastante volumen, su acidez es amable, jugosa, y tiene un final seco y largo.

El Esteco Old Vines Torrontés (Bodega El Esteco)

Sus detractores dicen que es un Torrontés for export, cuando en realidad esto es un elogio. Un blanco de mucha delicadeza, pero también de mucha precisión, donde el equilibrio entre la acidez y el cuerpo lo es todo. Vino súper gastronómico, de esos blancos que funcionan como tintos y se bancan desde un asado hasta un tiradito.

Colomé Torrontés 2023 (Bodega Colomé)

Todo un best buy y, también, el más clásico de los modernos torronteses, con una versatilidad admirable para el maridaje y para agradar a distintos paladares. Hay aromas florales y cítricos, también leves notas de fruta tropical, y por sobre todo mucha frescura en un vino.

Andeluna Edición Limitada Torrontés 2023 (Bodega Andeluna)

Este Torrontés mendocino se hace un lugar en la lista por su gran relación precio-calidad. Acidez filosa, refrescante, en un blanco con aromas florales (jazmín y flores de azahar), que funciona muy bien dentro pero también fuera de las comidas, como aperitivo ($4340)

---

Fuente: Sebastián A. Ríos - La Nación.