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SABOR IDEAL ENTRE EL VINO Y LA COMIDA

Sabor ideal entre el vino y la comida
Tiempo de lectura:
4 minutos

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07/07/2011
El objetivo de una buena combinación es lograr la armonía que resalte las cualidades de cada uno.

La pieza del cordero, sazonada con romero, estaba cubierta por una salsa untuosa de crema y cebollas, y acompañada por papas al horno, chutney de frambuesas y mostaza de Dijon. Luego de cada bocado, el sabor se mantenía insistente en la boca. La experiencia era casi perfecta: para llegar a la gloria sólo bastaba con beber un sorbo del tinto mendocino con cuerpo que presidía la mesa; una de sus funciones -además de la más importante: alimentar el espíritu- era "limpiar" el paladar y prepararlo para el nuevo bocado. En ese momento uno podía advertir cuál es el resultado de un buen maridaje: lograr una armonía entre el vino y la comida para resaltar las cualidades de cada uno. En consecuencia, puro placer.

Maridaje es un término cuyo origen se encuentra en la palabra francesa mariage, que significa casamiento. Esto quiere decir que la relación ideal que se entabla entre un plato y un vino debe ser como la boda entre dos almas gemelas. Lógicamente, no hay que olvidarse de que, si no están hechos el uno para el otro, la pareja va a fracasar.

Existe una regla popular que ordena "vinos blancos con pescados y tintos con carnes". Se trata de una generalización y, como tal, es incompleta y no siempre exacta. Hay muchos aspectos que deben ser tenidos en cuenta al momento de buscar el mejor matrimonio entre una comida y un vino (ingredientes que pueden modificar sabores, temperaturas de las comidas, condimentos...).

"El maridaje es tan complejo como las personas, porque no todos tenemos los mismos gustos. El objetivo que se busca es lograr una combinación en la que ninguno opaque al otro, sino que, mutuamente, resalten sus mejores cualidades. Por ejemplo, yo no combinaría un pescado con un cabernet sauvignon. La potencia de este varietal especiado puede terminar tapando al pescado", ejemplificó Alejandra Savietto, encargada de laboratorio de la bodega tucumana Las Arcas de Tolombón.

En cuestión de maridajes, el peor error que puede cometerse es generalizar. "No hay que olvidarse de que los vinos adquieren sus características según la zona en la que se los produce. No podemos comparar un torrontés de los Valles Calchaquíes con uno de Mendoza. Los dos son torrontés, pero diferentes. Entonces, la relación entre ellos y los alimentos seguramente también será distinta", explicó.

Para cada ocasión

A los blancos jóvenes y livianos se recomienda servirlos con pescados o mariscos. En cambio, los blancos con más cuerpo y paso por madera van muy bien (además de los pescados) con las aves e, incluso, con pastas que lleven alguna salsa cremosa. "Es que, al hablar de un blanco con paso por madera, estamos hablando de una complejidad mayor a la del que no estuvo en barricas", explicó Savietto.

Aunque a muchos les parezca extraño, hay tintos que también combinan bien con el pescado. En este caso, lo mejor es elegir vinos jóvenes y livianos, que además son excelentes para acompañar aves y pastas rellenas.

En cambio, los tintos con mucho cuerpo son ideales para servirlos con preparaciones que posean un elevado contenido graso, como el cordero del primer párrafo de esta nota. En definitiva, hacer un buen maridaje es como buscar la pareja perfecta. Hay que insistir y perseverar. Al final, el resultado puede ser una gran alegría para el espíritu. O no.

Fuente: La Gaceta.


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