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MALBEC FOR DUMMIES: TODO LO QUE TENÉS QUE SABER PARA BEBER EL VINO MÁS ARGENTINO

Malbec for dummies: todo lo que tenés que saber para beber el vino más argentino
Tiempo de lectura:
8 minutos

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23/06/2014
Estamos de acuerdo en que el Malbec es la variedad insignia de Argentina, aunque pocos conocen el por qué y el cómo de esta historia. En esta nota, lo que hay que saber y cuáles probar para meterse en tema.

Malbec, con un ligero acento en e, es la uva tinta más cultivada de argentina, la más bebida, la más exportada y también la más fácil de beber para los paladares no especializados. No son pocas condiciones. Sin embargo, detrás de su nombre facilón y de aire cosmopolita, se esconde una uva que sigue siendo una completa desconocida para la gran mayoría.

La razón es simple: cuando algo crece mucho, cuando se expande y complejiza, conocerlo a fondo se vuelve cada vez más difícil. Eso es exactamente lo que sucede hoy en la góndola del Malbec: ofrece desde tintos previsibles a frankensteins de dudoso pelaje, todo, bajo la misma denominación. En estas condiciones, se impone una brújula para el consumidor de carne y hueso, que le permita, además de saber decir el ABC en la materia, elegir con gusto aquellos Malbec que vale la pena probar. Pero primero es lo primero: ¿qué hay que saber?

El largo camino del Malbec

El 17 de abril es el día mundial del Malbec. Ese día se celebrará en las principales capitales del mundo una serie de degustaciones para apuntalar su ya tonificada penetración en el mercado internacional. Sin embargo, la fecha no está elegida al azar. Ese día, pero en 1852, se estableció la primera Quinta Agronómica de Argentina, una escuela destinada a formar técnicos agrícolas con sede en Mendoza. Para dirigirla, se contrató a un agrónomo y enólogo francés llamado Miguel Amado Pouget, cuya tarea fue ingresar a nuestro país las primeras vides francesas para la elaboración de vinos. El Malbec llegó de su mano a Mendoza y un siglo y medio más tarde saltó a la fama mundial cuando ya había sido olvidado en el resto del mundo.

Oriundo de Cahors, en al pie del pirineo francés, el Malbec era ya conocido en el medioevo, por su color oscuro y perfume frutado. De tal forma que la fama del "vino negro de Cahors", como se lo conocía entonces, llegó a oídos de los zares rusos, quienes lo exportaron a Crimea, en Ucrania, donde aún hoy se lo cultiva. Conocido como Côt y Auxerrois en el viejo continente, uno se pregunta: ¿y Malbec de dónde viene?

La respuesta se pierde en la noche de los tiempos. Pero según se afirma en el siglo XIX existió en Burdeos una familia de viticultores húngaros de apellido Malbeck, cuyo vino negro llegó a ser legendario. Por lo que se presume que las vides que trajo Pouget, primero de Francia y luego de Chile, eran las que cultivaban estos húngaros, de quienes tomó prestado su nuevo nombre. Para más datos, en nuestro país, hasta la década 1980 se usaba la "k", que se perdió también en la noche de los tiempos (y no por motivos políticos). Sin embargo, para esa década el Malbec era un completo desconocido en el mercado doméstico.

El efecto Messi

A comienzos de la década de 1990 estaban dadas las condiciones para que Argentina entrara al negocio global del vino: había hectáreas de uva, había un dólar barato que permitía incorporar tecnología importada y había voluntad. Así llegaron a nuestro país los primeros enólogos extranjeros, convocados para hacer el mejor Cabernet Sauvignon que se pudiera y que, de paso, le permitiera al vino local jugar en la liga de los grandes players mundiales.

Pero ni bien desembarcaron cracks como Michel Rolland, Alberto Antonini, Atilio Pagli y Paul Hobbs, por mencionar algunos de esos enólogos de alto vuelo, comprobaron que había una uva desconocida, bastante plantada -unas 10 mil hectáreas para 1990- que daba un tinto glorioso: perfumado, suave de paladar, y sobre todo con mucho color, exactamente la ecuación que cautivaba a los paladares internacionales. Y cada uno a su manera, estos fueron configurando lo que llegaría a ser la uva insignia de argentina con el quiebre del silgo.

Y como con esos jugadores de futbol que triunfan en el extranjero -Messi sería el mejor ejemplo- el Malbec llegó a boca de todos los argentinos porque se exportaba a lo pavote. Por poner un ejemplo: todavía en 2002 se consumía en nuestro mercado más Cabernet que Malbec, por lejos. Hoy esa cuenta se revirtió a fondo y el Malbec bate todos los récords.

La complejidad creciente

De la mano del boom del Malbec llegó a la góndola la confusión. A la fecha, con casi 31 mil hectáreas plantadas a lo largo del oeste argentino, hablar de un Malbec es hablar de una bolsa de gatos. Porque entre uno salteño y uno de Luján de Cuyo, por mencionar dos regiones clave, las diferencias son notables. Ni qué hablar de uno Reserva de otro que no lo es.

Así las cosas, el Malbec ofrece un perfil muy cambiante que al consumidor de carne y hueso puede resultarle confuso. Sin embargo, a la hora de elegir, hay que tener en cuenta estos seis orígenes claves, como para hacer el primer recorte de sabor.

Del NOA: con Salta y Catamarca a la cabeza, el Malbec del noroeste es potente en color y sabor y ofrece un perfil algo especiado y picante. Elevado en alcohol, la marca de la región es la intensidad. Buen ejemplo para conocerlo serían, Amalaya (2012, $88) o Cafayate Malbec Reserve (2011, $67).

De San Juan (como los del este mendocino, Santa Rosa y Lavalle) da vinos algo caídos de color y sueltos al paladar, pero muy aromáticos y frutados, además de fáciles de beber. Ejemplos perfectos serían: Tracia (2012, $30) y Valbona ($64). Aunque también está el Valle del Pedernal, subido a la cordillera, donde los Malbec son potentes, al estilo del Valle de Uco. El ejemplo perfecto es Paz (2010, $120).

De Luján de Cuyo. Fue la primera Denominación de Origen Controlada que tuvo el vino en argentina. Esto implica que para usar el denominativo DOC, las uvas provienen de viñedos de la región, tiene un rendimiento menor a diez toneladas por hectárea y fueron criados al menos un año en barricas de roble y estibados otro más en botella. Así se consigue un Malbec frutado y especiado, carnoso y de paladar amable. Ejemplos cabales serían Norton DOC (2010, $80) y Luigi Bosca DOC (2010, $200), pero también, por fuera de la DOC, Fabré Montamayou (2011, $113). Los de San Rafael se les parecen bastante, aunque tiene menos ejemplos de alto vuelo, pero conviene probar Famiglia Bianchi (2012, $100), que es perfecto.

Del Alto Valle de Uco: con zonas como Tupungato, Gualtallary y Vista Flores, el Malbec de esta parte de Mendoza, más alta y fría que el resto, es de color impactante, aromática entre vegetal y herbal, con bocas potentes y una textura de tiza -como la que te queda en la boca al lijar yeso- muy característica. Ejemplos dilectos son: Andeluna (2011, $120) y Zorzal Terroir Único (2012, $80)

La Consulta: también ubicada en el Valle de Uco, pero en la zona baja, La Consulta ofrece un Malbec único, fragante y floral, con un paladar carnoso y de taninos mullidos y jugosos, de forma que al beberlo la boca se enjuga naturalmente. Elegantes a su manera, conviene probar Hijo Pródigo (2012, $90) y Altocedro Año Cero (2012, $85)

Valle del Río Negro. Singular, el Malbec del Alto Valle ofrece, por ser una zona más fría, colores brillantes, aromas frutados y algo vegetales, con una boca algo delgada y de alta frescura. Vinos que hay que probar para darse un idea son Intimo Canale (2011, $76) y el flamante 006 (2012, $100) recién salido al mercado. En Neuquén, en cambio, se parecen más a los de Luján, y eso se debe a que las plantas empleadas provienen de bodegas de esa región y a que las temperaturas promedio son similares. Conviene probar Saurus Patagonia Select (2012, $110) y Fin del Mundo Reserva (2012, $110)


Fuente: Josquín Hidalgo - Planeta Joy.

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