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VIÑA COBOS PROPONE UN "VIAJE EN EL TIEMPO" DE LA MANO DE SU BRAMARE MARCHIORI MALBEC

Viña Cobos propone un "viaje en el tiempo" de la mano de su Bramare Marchiori Malbec
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06/08/2012
Lanzó una colección de seis añadas que incluye un original del artista Alberto Thormann. Vinos & Bodegas participó del evento y te cuenta los detalles.

Participar de una cata vertical siempre es una experiencia movilizadora. Por varios motivos. En primer lugar, porque permite ir de lo particular a lo general. Es decir, conocer cómo evolucionó el trabajo de una bodega, pero también, cómo fueron cambiando las tendencias de la vitivinicultura de una provincia y hasta de un país.

Además, si bien nunca permanece inalterable y está en constante evolución, cada botella se convierte en una burbuja de un terroir. Y, en definitiva, se erige en una suerte de flashback sobre la gente que trabajó en ese vino, las características del clima de un momento en particular y las respuestas de un viñedo ante cada estímulo.

Y la experiencia se convierte en doblemente movilizadora cuando se está frente a grandes vinos, tal como sucedió días atrás en Viña Cobos.

En efecto, la bodega presentó la Colección Vertical Bramare Marchiori Vineyard Malbec, una edición especial conformada por 55 cajas que incluyen seis añadas -1999, 2003, 2004, 2006, 2007 y 2008- y que además, están acompañadas por un original del reconocido artista mendocino Alberto Thormann.

Cada una de estas cajas tiene un valor de $12.000 y fueron concebidas, principalmente, para ser comercializadas entre los visitantes que se acercan a la bodega, ubicada en pleno corazón de Perdriel, Luján de Cuyo.

El evento, que tuvo lugar en Viña Cobos, contó con la presencia de los tres propietarios de la bodega: Luis Barraud, Andrea Marchiori y el flying winemaker estadounidense Paul Hobbs.

En diálogo con este medio, Barraud aseguró que "esta iniciativa no la encaramos para ganar plata, fue más que nada un gusto que nos queríamos dar y que nos llevó casi dos años concretar. El objetivo final es que aquella persona que adquiera una de estas cajas sepa que tiene algo especial y único".

A su turno, durante la presentación, Marchiori destacó que esta colección es una suerte de resumen de la historia de la bodega: "Viña Cobos es un sueño de tres locos que comenzó hace ya 15 años. Teníamos la idea de hacer Malbec pero los primeros años sabíamos muy poco de negocios y mucho menos de finanzas. Y el inicio fue fácil: arrancamos con la cosecha Ž98, que fue la más lluviosa en décadas; en el 2000 perdimos el 95% de nuestra producción, mientras que en el 2001 vino la gran crisis... La lista de problemas es larga, pero hoy estamos acá presentando esta colección y lo más importante es que seguimos apostando".

Vino & arte

Según Barraud, si bien la bodega no intervino en el trabajo del artista, sí fue clave involucrarlo y empaparlo en el día a día del mundo vitivinícola para que el hecho de vivir la experiencia de primera mano sirva como una llave a la inspiración: "Vino varias veces a la bodega, recorrimos los viñedos y le contamos nuestra historia, como para que se sitúe y capte la esencia de Viña Cobos".

"La idea era hacer un producto artesanal de punta a punta, que reflejara el terroir de todas las formas posibles: la caja es de madera de álamo, un árbol típico de esa zona; el artista es mendocino; los vinos son mendocinos... todo bien nuestro", aseguró Barraud.


Thormann, quien aceptó el desafío de hacer 55 obras diferentes alrededor del mundo del vino, aseguró ante los invitados al evento que "para mí es un honor estar con mi obra en cada caja, que no es sólo una caja, es el trabajo de una empresa que apuesta a la cultura de su región, del país, que apunta al mundo".

"Todo este proyecto para mí ha sido muy movilizador. En estas pinturas plasmé las sensaciones que provoca el vino en cada uno de nosotros. Son muy variados y tienen que ver con nuestro invierno, con el otoño, la primera, el frío, el calor, el terroir", explicó el artista.

A su turno, Hobbs tomó la palabra y aseguró que, con esta colección "estamos celebrando el espíritu humano".

"Pusimos mucha pasión, amamos lo que hacemos. Y esto lo van a ver, porque el vino resume una historia de la que estamos muy orgullosos", acotó el flying winmaker.

Los vinos

Lo enriquecedor de la degustación, y que cada potencial propietario de esta colección podrá luego recrear en la intimidad, es que la misma permite conocer la enorme evolución que ha tenido Viña Cobos, desde que fue literalmente una bodega "de garaje" hasta convertirse en lo que es en la actualidad, una de las marcas albicelestes más reconocidas en el exterior.

"Esta colección de seis cosechas sintetiza nuestro esfuerzo, nuestro trabajo, nuestro aprendizaje... Mostrar estos vinos es mostrar cómo fuimos creciendo y conociendo el Malbec de Mendoza", destacó la Marchiori.


Un punto a destacar es que, ya sea por necesidad -como el manejo de la variable costos al inicio del proyecto- o por filosofía, Viña Cobos desde sus inicios se caracterizó por un uso muy racional de la madera.

El otro factor común que se observó claramente tras la vertical es que, añada tras añada, los responsables de la bodega, si bien fueron puliendo mucho su trabajo en el viñedo y en bodega y le fueron encontrando el pulso al terroir de Perdriel, siempre mantuvieron un estilo definido, sin golpes de timón en más de una década.

Entre los highlights de la vertical se puede mencionar la añada 1999, que si bien presentaba al inicio algunas notas de brett, éstas le aportan cierta cuota de complejidad. Además, el punto más destacable de esta cosecha es que, con 13 años a cuestas, este ejemplar está totalmente vivo y continúa evolucionando en botella. Incluso, además de la características fruta -tirando hacia cerezas confitadas-, durante unos segundos sorprende con leves trazos florales, una característica poco común en un Malbec con tantos años encima.

Al respecto, Marchiori destacó que estas características "nos ha sorprendido a nosotros mismos".

En boca, los taninos permanecen firmes y marcan la columna de un vino que todavía tiene resto y que concluye con un final largo e intenso.

Marchiori explicó que "es un vino de garaje, elaborado con mucho esfuerzo, en un lugar muy pequeño, que lo acondicionamos y lo arreglamos para tener un lugar donde poder trabajar".

Luego, fue el turno de la añada 2003, que muestra un poco el momento de transición de Viña Cobos, que se extendió hasta la añada 2006, cuando finalmente comenzaron a elaborar bajo el techo de su propia bodega, en Perdriel.

La 2003 mantiene el perfil frutado bien al frente, con más evidencia de su paso por madera, dado que mientras que esta añada permaneció a lo largo de 18 meses por roble francés, el 50% del cual era de primer uso, en la anterior no hubo una sola barrica nueva. De este modo, en la copa aparece algo de café y se percibe un mayor tostado. En boca exhibe una muy interesante estructura, con paso envolvente y buena concentración, aunque tiene cierta cuota de rusticidad: los taninos se muestran levemente secantes, una cualidad que el paso del tiempo no ha podido doblegar.

En lo que respecta a la añada 2004, es un ejemplar con la clásica fruta roja madura, pero que suma mayor concentración de notas especiadas, lo que redunda en una mayor complejidad. La madera está un poco más al frente -dentro de los estándares de Viña Cobos-, con notas tostadas, chocolate y algo de vainilla. En boca mantiene el perfil de Marchiori: concentrado, con taninos aún en evolución, pero sedosos. Vino de paladar pleno que premia con un final intenso y elegante.

Posteriormente, llegó el turno de la cosecha 2006, que muestra de manera clara el salto que pegó la bodega, que inauguró sus instalaciones y comenzó a llevar adelante un proceso de trazabilidad mucho más aceitado y preciso. Y esto está plasmado en la copa, con buen balance entre los aromas francos y la complejidad. Fruta roja, algunas notas de membrillo y trazos sutiles de moca. Al paladar se presenta untuoso, con taninos firmes que van encontrando su punto de sedosidad y que demuestran que es un vino que viene evolucionando muy bien en botella. Uno de los más elegantes y armoniosos de la colección.

En lo que respecta al 2007, la fruta está acompañada por una gran carga floral, como rosas y violetas, que ganan la copa en una primera nariz. Acompañan aromas a café y una dosis "homeopática" de cuero. En boca se muestra como un ejemplar intenso, con paso fluido y jugoso, de la mano de taninos dulzones. En boca se potencia su perfil frutado y el tostado, antes de concluir en un final a toda orquesta, intenso y cargado de aromas.

El epílogo correspondió a la añada 2008, donde el dogma Marchiori continúa a flor de piel: mucha violeta y fruta roja al frente, donde aparecen con nitidez aromas a frambuesa y cereza -con algo de sobremadurez pero que le imprimen un sello de concentración e intensidad-, para luego dar paso a notas de chocolate amargo y café. Al paladar exhibe un nivel de cuerpo interesante, sin dejar de ser sedoso. Final intenso, sin estridencias y con mucho charme. Listo para descorchar y disfrutar.


Fuente: JDW - iProfesional.


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