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GUÍA DE COMPRAS: SIETE VINOS TINTOS QUE RESUMEN LO MEJOR DE SALTA

Guía de compras: siete vinos tintos que resumen lo mejor de Salta
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12 minutos

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28/08/2017
Los vinos del norte argentino son mucho más que potencia: encierran elegancia y frescura. Un listado para conocer más a fondo las particularidades de esa región

Entre muchos consumidores, está instalado el “prejuicio positivo” de que los vinos salteños son potentes, carnosos y bien musculosos. Si bien es cierto que las particularidades de los microterroirs que se encuentran en las distintas zonas de Salta, en general, permiten alumbrar vinos con más color, aromas y carga tánica, esta aseveración, por sí sola, termina convirtiéndose en un reduccionismo.

Los vinos salteños, nacidos en los Valles Calchaquíes, cuyo hotspot indiscutible en materia vitivinícola se emplaza en el Valle de Cafayate, hoy ofrecen una muy rica diversidad de estilos.

“La altura es clave porque hace un gran aporte es en el color y aroma del vino, gracias a la insolación y la amplitud térmica para la fijación de las azúcares posteriormente transformadas en alcohol. También se consigue una excelente sanidad de la uva”, afirma Dolores Lavaque, directora de la Consultora Stg, especializada en el mercado vitivinícola.

En tanto, Lucía Romero, directora de El Porvenir de Cafayate, destaca que “la altura es un factor importante dentro del terroir de Cafayate que provoca mayor amplitud térmica y mayor insolación. Y esto se traduce en vinos con mayor intensidad de color, de aromas y una textura amable de taninos”.

Al trazar una radiografía sobre el “ADN” de los vinos salteños, Romero hace hincapié en “la concentración e intensidad de color y aromas, las notas espaciadas bien típicas en todos los vinos, sobre todo en los Cabernet Sauvignon, y la textura de los taninos, que aunque son firmes, no pierden suavidad y elegancia”.

En tanto, Dolores Lavaque señala que “desde la globalización del sabor del vino, adaptada a los paladares internacionales, se diseñaron vinos más frutados, con más cuerpo, de buena intensidad de color y hasta de buena graduación alcohólica, sin que esto tape otros atributos. Todo esto es lo que da el suelo y el clima de Cafayate. El terroir es especial para estas características, y por suerte, los salteños lo han sabido manejar y trabajar muy bien”.

Sobre los cambios que ha experimentado esta industria, Romero señala que, en su caso en particular, su búsqueda fue la de comenzar a cosechar uvas de manera más temprana, “para obtener fruta más fresca y que refleje el terroir único de las fincas”.

“Es fácil obtener vinos con buena maduración de la fruta por la cantidad de sol que tenemos en el valle, pero el desafío justamente es proteger la fruta del sol con la canopia de la vid y elegir el momento justo de cosecha para que los vinos no pierdan frescura y tipicidad”, recalca.

A la hora de trazar una mirada hacia el pasado y entender un poco más la evolución de los vinos salteños, el apellido Lavaque es inseparable de Cafayate. Rodolfo Lavaque fue uno de los protagonistas de la reconversión que ha venido experimentando el valle. Su trabajo lo convirtió en uno de los artífices del despegue del Cabernet Sauvignon salteño y de la consolidación del Tannat como cepa, no ya sólo para cortes, sino también para la elaboración de varietales.

Para Dolores Lavaque, la historia reciente de la vitivinicultura en ese lado del mapa tampoco puede entenderse sin otros nombres de peso: Arnaldo Etchart y Michel Rolland. El primero fue el responsable de haber llevado al Norte argentino al flying winemaker. De esa conjunción nación Arnaldo B., un vino de corte que, según Lavaque “es el tinto insignia de la región. Y, desde mi punto de vista, una bisagra, un antes y un después de los vinos de esta región”.

El Valle de Cafayate, está muy lejos de la quietud. En los últimos años hubo grandes inversiones y, más cerca en el tiempo, se dio un creciente interés por parte de las bodegas en llevar adelante un serio trabajo de investigación de suelos.

Y así como en Valle de Uco, Mendoza, hay una fuerte corriente de estudio del terroir, con el objetivo de hilar bien fino sobre las características que suelo y clima le imprimen a cada variedad, en Salta –de una manera todavía muy progresiva- se está iniciando un camino similar.

Esta “terroirización” promete obtener, de cara al largo plazo, una calidad mucho más uniforme de la vitivinicultura salteña.

Uno de los establecimientos que está liderando esta tendencia es El Porvenir de Cafayate que, de la mano de un equipo de ingenieros agrónomos comandado por Santiago Bugallo, se lanzó a estudiar los distintos orígenes de los suelos del Valle y la infuencia de la altura y las temperaturas en distintas variedades.

Según estos relevamientos geológicos, en Cafayate hay tres zonas muy diferentes por su geología y geomorfología: conos aluvionales provenientes de la Sierra de Quilmes o del Cajón; los suelos fluviales, originados por el Río Santa María y los conos aluvionales provenientes de las cumbres calchaquíes al este del valle. Estas zonas, en la interacción con la altura, la irradiación solar y las temperaturas, terminan imprimiéndole el sello distintivo a los vinos salteños.

A continuación, Vinos & Bodegas te ofrece una guía de compras conformada por siete etiquetas, que van de los $130 a los $520. Si bien se adaptan a diferentes estilos de consumidores, tienen un factor en común: su inobjetable calidad.

Tukma Reserva Malbec – Bodega Tukma

¿Qué ofrece?: elaborado a partir de viñedos ubicados en el Valle de Tolombón, Salta, a una altura de 1.700 metros sobre el nivel del mar, este ejemplar realmente es uno de los grandes Malbec imbatibles en su franja de precio. Ofrece una paleta de aromas que le compite a más de uno, de la mano de una fruta roja madura, tipo confitada, un intenso especiado y notas de crianza como caramelo y ahumados. En boca es súper amplio, con buen peso en boca y un fluir oleoso, con taninos apenitas dulzones, que le marcan el pulso al vino pero de excelente madurez y ya completamente redondeados. Su medio de boca, cargado de aromas que recuerdan a ciruelas secas, pimienta y vainilla, dejan una sensación placentera.

Conclusión: es intenso, redondo y desborda de aromas. Todo por un precio que, en un mercado en el que se han perdido un poco las referencias sobre qué es caro y barato, le sube la vara a muchos Malbec que hay en las góndolas.

Finca Las Nubes Cabernet Sauvignon – Malbec – Bodega Finca Las Nubes

¿Qué ofrece?: en medio de la ajetreada agenda, José Luis Mounier también tiene tiempo para darle vida a su propio proyecto. Este ejemplar en particular nace de viñedos ubicados en lo alto del Valle de Cafayate, a casi 1.900 metros de altitud. De la mano de una mayor proporción de Cabernet Sauvignon, el enólogo ofrece un vino de aromática mesurada, con buena fruta roja maduera, un leve especiado y una pirazina controlada, apenas presente. La madera, integradísima, sólo aporta un leve tostado. Ya en boca, exhibe sus mejores armas: de paladar pleno y mucha amplitud, este blend corre envolviendo todo a su pasa, pero está muy lejos de ser denso. Fluye y se deja beber con gran facilidad.

Conclusión: es un vino equilibrado y armonioso. Hay algo de ímpetu y cierto nervio, propio de su irrenunciable “ADN” salteño, pero esto no impide que sea un vino completamente amable y moderno.

Finca Quara Single Vineyard Malbec – Bodega Finca Quara

¿Qué ofrece?: la marca de la llamita, sin dudas, tiene una virtud: en diferentes rangos de precios ofrece productos verdaderamente nobles. Y este Single Vineyard no es la excepción. Es un vino de muy rica aromática, que denota alta gama, con una paleta que suma capas de cerezas, ciruelas apenas maduras y especias. De manera más tenue, se suman leves toques a chocolate, que están lejos de abrumar. En boca, este Malbec presenta buena estructura y la típica sucrosidad del Malbec, con una acidez refrescante. Los taninos firmes, apenas astringentes, le dan rugosidad y textura. La fruta roja se adueña completamente de su medio de boca y estira la experiencia.

Conclusión: vino moderno, fresco y vibrante en boca, que resume de manera sólida lo que hoy se entiende por un tinto salteño bien actual.

Piattelli Grand Reserve Malbec – Bodegas Piattelli

¿Qué ofrece?: este Malbec de la bodega que Piattelli tiene en Salta, define muy claramente y desde el vamos al tipo de consumidores al que apunta, que son aquellos que no reniegan de la barrica. Su nariz es explosiva, con muchos frutos rojos maduros, tipo mermelada, leves notas especiadas y abundantes nota de vainilla, tabaco y un dejo a caramelo. En boca ataca dulzón, siendo un tinto amplio, sucroso, de buen volumen, con un medio de boca plagado de más fruta roja y una atmósfera dominada por las notas de crianza. Sus taninos dóciles y bien perfilados lo vuelven amable, mientras que toda esa “golosidad” se ve más que compensada por una buena acidez y un carácter vivaz.

Conclusión: en momentos en que se ha puesto de moda mirar con desdén a todo vino con una madera presente, este Malbec viene a redimir a esos ejemplares con una vainilla bien al frente y una barrica bastante palpable. La virtud de esta etiqueta en particular, es que esas características no lo privan de un andar ágil y muy fresco.

Altupalka Malbec-Malbec – Bodega Altupalka

¿Qué ofrece?: Altupalka significa “Valle alto” en lengua quechua. Y vaya si es alto: la finca principal del proyecto está ubicada a unos 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar. Más precisamente, se emplaza en Tacuil, a 40 kilómetros de Molinos, una pequeña localidad salteña emplazada a 300 kilómetros de la capital de esa provincia pero que, por ser un camino sinuoso, requiere de más de cinco horas de viaje en auto.

Si ir por turismo es toda una aventura, levantar un viñedo es un acto de templanza. Y el resultado de esa gesta es un portfolio que, por ahora, está conformada por tres vinos. Uno de ellos es este “Malbec-Malbec”, denominado así porque conjuga uvas de Tacuil y también de Cafayate. La joven bodega logró una paleta rica en notas de frutos rojos maduros, como cerezas y frambuesas y un intenso colchón especiado, de la mano de una pimienta negra intensa. Con los minutos, desarrolla una llamativa nota a comino. Es largo y de andar graso. Los taninos muestran una saludable madurez y firmeza, con ese clásico perfil “gordo” y dulzón. La acidez es equilibrada y el medio de boca es un premio a los sentidos, con una explosión de frutas rojas.

Conclusión: es un vino sin interferencias, de aromática intensa y limpia, con todo el carácter salteño y de una de las bodegas más jóvenes de Salta.

Laborum Cabernet Sauvignon – Bodega El Porvenir de Cafayate

¿Qué ofrece?: como se mencionara, la bodega está encarando un ambicioso proyecto de estudios de suelos en ese Valle, con el que buscan identificar los mejores microterroirs para cada cepa. Sin embargo, la experiencia práctica que tenían ya les había permitido dar con una de las zonas privilegiadas para el cultivo de Cabernet Sauvignon. Este ejemplar, nacido de viñedos ubicados en la finca Río Seco, emplazada en la parte media de un abanico aluvional, encontró condiciones óptimas para su desarrollo. El resultado es una paleta en la que abunda la fruta negra fresca, la pimienta negra y, en un segundo plano, algo de pimiento rojo asado. Su paso por madera suma algo de chocolate, pero nada que abrume. En boca, este vino simplemente es soberbio: ataca intenso, muestra una buena estructura, con un avance muy lineal, por el centro de la boca y taninos de buen agarre y de levísimo dulzor. Sus aromas a frutas y mentolados y su buena acidez, llevan la frescura a un nivel superior.

Conclusión: vino ideal para aquellos que buscan vinos frescos, en los que la fruta negra, casi crujiente, sea la gran protagonista y en los que la madera queda relegada a un segundo plano.

Rupestre Blend – Bodega Domingo Molina

¿Qué ofrece?: se trata de un blend que se apoya en una mayor proporción de Malbec y suma Merlot y Tannat, provenientes de viñedos ubicados a unos 2.200 metros de altitud, en el valle que lleva el mismo nombre. Que sea el vino insignia de la bodega y que provenga de un terruño salteño no implica que se trate de esos vinos “masticables” y potentes. Por el contrario, en línea con los cambios de estilo que experimentó toda la vitivinicultura argentina en estos últimos años, se trata de un ejemplar con mucho carácter pero de gran elegancia y frescura. En nariz sí es sumamente expresivo y se luce con su paleta de frutas rojas confitadas, pimienta negra y un buen colchón herbáceo. La madera, en un segundo plano, suma tostados y algo de tabaco. Al paladar entra con buena jugosidad y una gran amplitud, pero no es denso, ni excesivamente oleoso, tiene algo de nervio y un pulso definitivamente fresco que lo torna ágil y bebible. Sí impacta su medio de boca, con una exuberante fruta y un intenso especiado. El recorrido no es de los más largos pero el recuerdo que deja sí lo es.

Conclusión: por supuesto que es un vino robusto, pero no se luce tanto por su músculo como por su complejidad, elegancia y frescura. Ideal para acompañarlo con un corte de carne asada, pero no excesivamente condimentada, para que el protagonismo se lo lleve este blend.

Fuente: Juan Diego Wasilevsky – iProfesional.

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