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DIEZ TINTOS ARGENTINOS QUE TENÉS QUE PROBAR (¿ANTES DE MORIR?)

Diez tintos argentinos que tenés que probar (¿antes de morir?)
Tiempo de lectura:
9 minutos

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22/09/2014
El compilado infaltable. La lista de los máximos exponentes. El top ten. Llamalo como quieras. Pero cuando un editor -en este caso Playboy- te pide que armes una lista de vinos para beber antes de morir ¿cuáles elegís?

Seguro viste alguna vez uno de esos clásicos libros llamados mil y un discos, vinos o libros que tenés que conocer antes de morir. Lo atractivo de un título así es que tenés toda la vida para darte el gusto y que, un solo libro, te lo resuelve. Es el truco del viejo y querido compilado iniciático. La lista de las listas. El problema es que nunca te tomás en serio el trabajo y no pasaste de la docena de intentos antes de olvidarte del libro, sus rankings y hasta de lo que tenías ganas.

Detrás de esos intentos elefantiásicos hay una verdad insoslayable: para conocer de algo hay que conocer por lo menos un puñado. Sino, pensá en la música. Para ser un melómano hoy podés tener discos de los Beatles, es verdad, pero también tenés que pinchar sonidos más modernos, como los Arctic Monkeys y tener algunas perlas raras, como el encuentro de Gerry Mulligan y Astor Piazzolla titulado Reunión Cumbre. Con los libros es igual: ¿como vas a presumir mínimamente de una biblioteca actual en donde no estén contemporáneos como Murakami, Barnes o Baricco?

Y con el vino pasa lo mismo. La buena noticia, es que en nuestro mercado los importados no existen. O sea que es fácil conseguir ese gran puñado de grandes cosas para armar tu compilado básico. Así es que en plan de conocer los diez tintos que hay que beber para estar en tema -no digamos antes de morir, que suena funesto- Playboy lista a continuación los diez infaltables, los diez imprescindibles, los diez necesarios vinos que todo argentino con aspiraciones de entendido debe beber.

Un clásico: Carmelo Patti Cabernet Sauvignon (2007, $182)

En todo compilado tiene que haber un clásico. Y en nuestro mercado, donde las bodegas llevan veinte años explorando estilos, conviene rescatar un productor solitario que, a la sombra de los grandes acontecimientos del vino, siempre hizo su Cabernet Sauvignon de una sola y única manera. Carmelo Patti es enólogo de formación, y en algún punto a fines de los ochenta, decidió jugarse para ser bodeguero. Vendió su Peugeot 504 y compró una partida de uva Cabernet de primer nivel. Desde entonces, ha crecido lo justo para comprar una bodega chica y su vino, es un clásico fuera de serie que nunca llega al mercado con menos de cinco años de crianza y afinamiento en botella. Es un tinto de carácter módico, lleno de sabor y con el tacto suave y delicado de los grandes vinos. Si nunca lo bebiste, ponelo en tu lista y date el gusto.

La perla moderna: El Enemigo Cabernet Franc (2010, $300)

A la hora de armar un listado de diez vinos que hay que conocer no puede falta un Cabernet Franc. Por dos motivos: uno, que si bien es muy escaso en nuestro mercado, ofrece un perfil de tintos bien singular, en la antípoda del Malbec; dos, porque es la uva que está en boca de todos. Y entre los ejemplares del mercado, nada mejor que apuntar a El Enemigo, de bodega Aleanna, que representa no sólo el costado trendy del varietal sino también el de una marca hot en pleno ascenso. Sería, el vino moderno de tu listado. Y el que podrás enrostrarle a todos los que dicen que conocen. Como tinto, es expresivo, de una aromática frutal y levemente herbal, con un paladar lineal, que atraviesa la boca como una flecha llena de sabor. Agendalo.

El Malbec contracultural: Ricardo Santos (2012, $110)

Si pensamos que Malbec es la variedad tinta más plantada, la más elaborada y exportada, hay que saber que elegir uno en particular no resulta sencillo. Sin embargo, en nuestra góndola se dan algunas singularidades. Y el Malbec de Ricardo Santos es una de ellas. Mientras que el mercado del vino mudó hacia un estilo concentrado y potente, Santos siempre abogó por conseguir un Malbec de cuerpo medio, con textura apenas tocada por unos taninos vivos, pero sobre todo por ofrecer una aromática diáfana, que en conjunto invitan a beber copa tras copa. De ahí que se haya convertido en el Malbec contracultural por excelencia, elaborado con uvas de Luján de Cuyo tal y como se hacía un gran vino hace algunas décadas. En suma, un vino formador de paladares sofisticados en tiempos de exageraciones rayanas en lo burdo. Buscalo. Te va a enamorar.

Un Malbec moderno: Zorzal Terroir único (2013, $80)

No habría un compilado de vinos must si no incluyera este Malbec de Gualtallary, en el Alto Valle de Uco. Elaborado por bodega El Zorzal, la combinación de una zona fría con un espíritu moderno y rupturista en lo estilístico, hacen de este tinto algo de vanguardia. De aromática abierta y expresiva, al paladar entra suelto, con rica frescura y cierta textura de tiza en el paladar que gusta porque queda como un fino sedimento aportando algo nuevo a la boca. En otras palabras, un vino que hoy adelanta al resto en por lo menos cinco años. Y en todo compilado que se precie, el futuro de los conocedores debe también estar contemplado.

Malbec DOC: Norton (2010, $90)

Un Malbec con Denominación de Origen Controlada -DOC, las siglas- es un estilo de vino protegido por un consejo que sostiene cuál debe ser dicho estilo a lo largo del tiempo. En Argentina tenemos Malbec DOC Luján de Cuyo, como una denominación protegida, y eso representa un par de seguridades para el vino: que fue elaborado con uvas de Luján de Cuyo con rendimientos no mayores a 10 mil kilos por hectárea, y que pasó al menos un año en barrica y otro más en botella. Entre los pocos DOC con vigencia en el mercado, el más accesible y completo es este ejemplar de Norton que, para tachar de tu lista una denominación, es clave. El vino tiene color rojo violáceo, aromática frutal y especiada, con la boca carnosa y envolvente típica del varietal.

Un Bonarda: Durigutti (2012, $90)

Se habla mucho sobre Bonarda. Que será la sucesora del Malbec. Que es la nueva variedad tinta emblema de Argentina. Que ofrece mucho pero cumple poco. Y hasta que es una impostora -en verdad se llama Corbeau-. Cualquiera sea el caso, hoy es la segunda tinta más plantada y da vinos curiosos cuando se la trata con cariño. Héctor Durigutti es uno de los enólogo que mejor interpretó a la variedad. Y su vino, una de las más seguras puertas de entrada al mundo Bonarda: ofrece una aromática frutada y ligeramente mentolada, anticipo de una boca suelta y carnosa al mismo tiempo, con un rico final frutal.

Salta no puede faltar: Arnaldo B Gran Reserva (2010, $196)

Salta representa menos del 1,5% del viñedo argentino, sin embargo sus ventas trepan por arriba del 5%. La razón hay que buscarla en que el terruño cafayateño es tan exótico que sus vinos pueden aspirar a altos precios debido a su escasez. Entre los tintos que cimentaron las bases de ese beneficio, Arnaldo B, de Bodega Etchart, tiene el doble mérito de ser el primer vino conceptualmente moderno elaborado en nuestro país -con la vendimia 1989- y también el de ser un blend que marcaría un camino tinto para la provincia norteña, hasta ese año enfocada en la elaboración de blancos aromáticos. Entonces, ¿cómo no tener en el compilado de los diez una botella de un tinto clave que sigue dando que hablar? Corte de Malbec, Cabernet y Tannat, ofrece una expresión afable, frutado y especiado, con una boca llena de sabor y largo y emocionante final.

Un Syrah fuera de serie: Iscay (2010, $396)

En nuestro país el Syrah está asociado a vinos más o menos cualunques, de bajo precio. Pero la verdad es que se trata de una uva altamente refinada que, en la góndola local, tiene poco eco aún. Los mejores son siempre los que provienen de zonas más frescas -aunque por estar adaptada al calor se lo plantó mucho en San Juan, lejos el terruño más cálido de Argentina- donde la variedad despliega todo el exotismo y la sensualidad que la hicieron famosa. Iscay es el mejor ejemplo fronteras adentro de un Syrah de zona fría, ya que ofrece todo eso, sumado a un paladar algo austero en presencia pero lleno de sabor. Está apenas cortado con Viognier, una uva blanca, lo que suma exotismo. Vale la pena probarlo.

Un Pinot Noir: Salentein Reserve (2012, $115)

En la vida de un conocedor de vinos el Pinot Noir suele ser una variedad de llegada. Es decir: después de haber probado todas las demás, de haber cruzado estilos y regiones, el bebedor descubre que todo estaba en el Pinot, pero con la endiablada naturaleza de esta variedad. Da poco color, es muy expresiva en aromas, y todo en su boca se reduce a una textura tersa y a una inusitada intensidad de sabor. Precisamente por ello, en este compilado de diez vino no podía faltar uno entre los mejores que se elaboran en nuestro país que, de paso, también sirve como espejo de los que se elaboran fuera. Probá Salentein Reserva y verás.

Un Petit Verdot: Decero (2011, $250)

Cuando se habla de Petit Verdot en vinos se habla de una variedad francesa muy empleada para vinos de corte, es decir, vinos que rara vez lo tienen como una protagonista. La razón es que suele dar vinos delgados y a la vez ásperos, con una aromática que recuerda a la menta o al eucaliptus. Es ese carácter indomable lo que la lleva a ser compañera de muchas, antes que protagonista. Sin embargo, en Argentina se pueden conseguir ejemplares varietales que son bien dignos y que, como todo lo que es medianamente exagerado, no dejan a nadie indiferente. Es el caso de Decero, elaborado con uvas de Agrelo, Mendoza. Probalo, más para poder estar a tono de ciertas charlas que para sacarte el gusto. Aunque, quién sabe: quizás este perfil exagerado es exactamente lo que estás buscando. En eso, esta variedad no admite paladares tibios.


Fuente: Joaquín Hidalgo - Planeta Joy.

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